EL MESÓN DE LOS LAUREANOS, ARTE Y COMIDA SINALOENSE

EL MESÓN DE LOS LAUREANOS, ARTE Y COMIDA SINALOENSE

El Mesón de los Lauréanos, lugar que fusiona arte y cocina sinaloense.

(NOTIMEX) A tan sólo 33 kilómetros al norte de Mazatlán, Sinaloa, se encuentra El Quelite, un pueblo mágico que alberga «El Mesón de los Lauréanos», restaurante de cocina regional que ofrece más de 42 platillos elaborados con ingredientes sinaloenses, como la machaca y la lengua de res, esta última una de las que más fascinan a los turistas.

Desde su entrada, el sitio recrea una atmósfera muy mexicana, con murales sobre cómo se vivía en el pasado, carrozas antiguas, hornos de leña, sillas y mesas de madera, así como jarrones, ollas y platos de barro, entre otros elementos que invitan a disfrutar de la rica gastronomía local y también de un espectáculo de danza regional y prehispánica, charrería, música de banda y peleas de gallos.

La historia del mesón comenzó hace poco más de 24 años, cuando el médico general Marcos Gabriel Osuna Tirado decidió darle un plus muy típico a esta población de calles empedradas, arquitectura rural y aceras decoradas con bugambilias.

«Nos dimos cuenta de que el turismo busca cosas distintas y que como mexicanos, pero sobre todo como sinaloenses, tenemos mucho que ofrecerles, así que buscamos la manera de generar experiencias con gran arraigo local a través de nuestra comida típica y atractivos culturales», expresó en entrevista con Notimex.

El objetivo de este foro gastronómico y artístico, que ha sido visitado por Pablo Montero, Angélica Aragón, José Ángel Espinoza «Ferrusquilla», Gaby Spanic y Margarita «La Diosa de la Cumbia», entre otras figuras del mundo del espectáculo, es evocar lo histórico de El Quelite, con sus sabores, colores, texturas y folclor.

El espacio arquitectónico que acoge al restaurante es una casa muy de pueblo, con tejas, maderos en los techos y flores por todas partes, así como imágenes sobre la historia de El Quelite, lugar que mantiene vigentes muchas de sus costumbres, entre ellas su música de banda.

«Nos sentimos asombrados de la cantidad de personas que quiere vivir estas experiencias, estos sitios, por eso los invitamos a probar nuestra esencia, a conocer las recetas de las abuelas, a montar a caballo, a ir a la ordeña, en fin, son muchas cosas que tenemos y queremos mostrárselas para que nos recomienden y vengan a visitarnos», expuso.

En este sentido, explicó que de lo que se trata no es sólo de generar recursos económicos, sino de que la comunidad se beneficie a partir de lo que son sus raíces, y que la gente que visite este pueblo se lleve una grata experiencia, «al final eso es bueno para todos, incluso para el país entero».

Destacó que uno de los valores agregados que tiene el mesón es que muestra la representación del Ulama, un juego de pelota de la época prehispánica en el que participa gente quelitense, «y es fascinante ver cómo nuestro turismo queda maravillado con esto».

Originario de este pintoresco pueblo y cargado de misticismo, Marcos Gabriel Osuna Tirado recordó que a él, al igual que muchos de sus contemporáneos, le tocó convivir con los gallos, los borregos, los chivos, las vacas y los puercos, por lo que tener un acercamiento con estos animales es otra experiencia que ha decidido ofrecerle a los visitantes.

Sobre el tipo de turismo que atienden más de 50 personas de lunes a domingo, dijo que es nacional y extranjero, propiamente de Estados Unidos, Canadá y países europeos y asiáticos.

«Por lo general vienen para disfrutar de la ruralidad de ´El Quelite´, luego de visitar las hermosas playas de Mazatlán, y en nosotros encuentra el olor a maíz por las tortillas hechas a mano y las gorditas en comal, además de lo rico de nuestro asado y queso fresco», dijo.

Sobre la carta que ofrece el restaurante, en el que trabajan tres cocineras y poco más de 12 ayudantes de cocina, expuso que va desde la machaca, los chilaquiles, el chilorio y el chicharrón, hasta el marlin, el hígado y el bisteck ranchero, la arrachera, la lengua de res, el pozole y la birria.

«Todos estos platillos (más de 42) hablan de nuestra riqueza culinaria y de nuestra actividad productiva y económica, pues en temporadas del año en las que hace calor, suprimimos los caldos y preparamos cosas más frescas, en invierno, por ejemplo, lo típico es la capirotada, los panqueques que nos hacía la mamá cuando veníamos del campo, en fin, hasta el clima alude a nuestro pasado, a nuestras costumbres», comentó.

Sobre manteles multicolores, los visitantes a este restaurante, ubicado en el pueblo que se hiciera famoso por la canción de «El Quelite», interpretada por Lucha Villa, también se pueden degustar más de 35 postres, entre ellos, tamal de elote colado, camote con piña, gorditas de nata, empanada al horno y dulce de frijol, todos hechos de manera natural y a la antigua usanza.

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