Buena parte de la política se hace a base de símbolos. Los símbolos políticos son imágenes o frases infiltradas en el subconsciente colectivo que emite juicios verdaderos o falsos pero incrustados ya en el ánimo de un pueblo o una nación. Esos símbolos que echan raíz en un colectivo resultan indivisibles, es decir, jamás podrán separarse del significado sembrado.
Así se entienden entonces las frases del mundo político que se impregnan como la mugre. Por ejemplo, dicen que Álvaro Obregón dijo que “ningún general resiste un cañonazo de 50 mil pesos” para explicar una forma de contener a los jefes revolucionarios que seguían soltando balazos cuando la Revolución ya estaba por terminar. Para apaciguarlos los sobornaban. Quedó entonces la frase como un símbolo de la corrupción que hasta la fecha padecemos.
Existe una fotografía tomada en 1995 a Humberto Roque Villanueva entonces líder del PRI en la Cámara de Diputados. Popularmente se conoce como “roqueseñal”. La instantánea parece una señal obscena; ocurrió en la fecha en que se incremente el IVA del 10 al 15 por ciento. Por más explicaciones y esfuerzos de Roque Villanueva por desmentirla y ofrecer el contexto real, el juicio político ya determinó que esa fotografía es un símbolo del abuso del poder sobre el pueblo.
Muchas frases son pifias o lapsus que los opositores se encargan de propagarlos y exagerarlos para lograr un mayor desgaste. A mayor exposición, mayor es el riesgo. Por desgracia la mayor parte de estos símbolos se ubican en la faz negativa de la actividad pública. La propia palabra “política” representa un símbolo negativo. A pesar de ello, algunos personajes logran por sí mismos, ser auténticos símbolos políticos. Son muy pocos.