Reconstruir desde tejidos internos


Uno de los grandes retos para las economías latinoamericanas es la reconstrucción desde dentro con miras a revertir décadas de pobreza, desigualdad y marginación. Es a la vez un asunto de urgencia y de importancia, de atención inmediata con estrategias de apoyo y mitigación, y de visión a largo plazo para sostener en el tiempo un estado de mejoría. Y este reto se magnifica en el contexto de una convergencia de crisis como nunca antes nos había tocado enfrentar: la pandemia de Covid-19, la caída generalizada de las economías y la profundización de los malestares sociales, educativos y políticos.

En México, las perspectivas no son favorables: los buenos pronósticos apuntan que en 2020 la caída de la economía será de un sólo dígito, en tanto los más duros auguran que la contracción superará el 10 por ciento. Un estudio de BBVA México dio a conocer la estimación de que en caso de que la contracción sea del 7 por ciento, esto representaría que 12 millones de personas caerían en la pobreza, en tanto 12.3 millones lo harían en la pobreza extrema. No solo hablamos de no poder atender necesidades básicas, sino de ni siquiera alcanzar a cubrir los costos de una buena alimentación.

Según el estudio, la población en pobreza por ingresos crecería del 48.8 por ciento al 58.4 por ciento, en tanto la pobreza extrema pasaría del 16.8 al 26.8 por ciento. Y todo esto tomando como referencia una caída del siete por ciento en el Producto Interno Bruto (PIB), aunque esta estimación puede considerarse como conservadora frente a pronósticos como el del Fondo Monetario Internacional (FMI) que cree que la contracción será del nueve por ciento. Si tomamos los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), antes de la pandemia ya había 52 millones de personas en la pobreza, en tanto las estimaciones apuntan a que se podría llegar a 70 millones de personas en pobreza debido a la crisis.

La cuestión de fondo es que nos enfrentamos a un reto gigantesco que no se ha podido resolver en tiempos de bonanza. Y ahora hay urgencia de hacerlo en tiempos de crisis. Por el lado de la urgencia se trata de reactivar la economía, de recuperar la senda del crecimiento y de promover las inversiones para estas detonen la generación de empleo. De los 12 millones de empleos que se perdieron o inactivaron debido a la pandemia, hasta ahora se han recuperado 7.5 millones. Esto no alcanza y es urgente seguir recuperando puestos de trabajo, aunque la condición es de alta dificultad y cuidado: la pandemia sigue y mientras no acabe no habrá certezas para la economía.

Pero en lo verdaderamente importante se encuentra la reconstrucción económica desde los tejidos internos: hacer que las bonanzas, los ingresos y las oportunidades disminuyan la desigualdad desde los sectores más frágiles. Y para atender este punto no basta lo económico: se trata de recuperar lo público como sinónimo de calidad para todos y hacer que la educación sea el impulso cualitativo y cuantitativo para reconstruir todo lo demás.



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