Healing hands


Relájate, junta tus manos enfrente de ti y cierra los ojos. Le dije a la mujer que tenía enfrente mío y cuyas dolencias tanto físicas como emocionales la habían estado marchitando desde hacía meses. Entonces coloqué ambas manos a la altura de las suyas con una mínima separación y simulando jalar unos hilos invisibles que pendían de su piel.

La experiencia la había conocido, literalmente, en manos de mi amigocha La Yaz, quien en una intensiva charla me dejó caer un mar de cosas sobre la sanación a nivel celular. Como era de esperarse quedé patidifuso y sin idea de dónde había venido el caudal de referencias y sobre todo la experiencia. Así es posible ayudar a la gente a estar mejor, me dijo mi sensei holística.

En mi carácter de inexperto sanador, tiempo después quise poner en marcha lo aprendido. Y fue que me encontré sintiendo la vibración de aquella mujer en proceso de marchitamiento buscando ayudarla, lo que sea que eso significara. Y así fue. Después del episodio y sobre todo en los días posteriores sentí un constante hormigueo en los dedos de las manos y una suerte de angustia en el pecho que no me dejaba ni a sol ni a sombra.

Cuando le conté a La Yaz la experiencia me dio tremendo jalón de orejas por “guatsap” y me pidió que acudiera con una especialista en el tema. Fue así como caí en manos, también literalmente, de otra querida amiga, La Chío. Con ella comprendí que, en efecto, había conseguido quitar la carga emocional en mi episodio terapéutico, pero además que se me había pegado no sé qué móndriga entidad producto del bajón energético que traía cargando.

Luego de la consulta y el proceso conducente, de una que otra lagrimita y algunas profundísimas respiraciones, gracias a la intervención de La Chío quedé libre, tanto de la energía adquirida como de la mentada entidad. Y con la cara roja de vergüenza por sentirme la versión corregida y aumentada del aprendiz de brujo, entendí que el asunto espiritual no solo existe, sino que regula la vida de las personas y que uno es en realidad instrumento de fines superiores.

Sé que a estas alturas cualquiera podría decirme que si no la controlo no la fume, pero haber cargado con un peso fuera de lo común por días y en especial saber que lo marchito en la mujer había desaparecido, le dio sentido incluso a la idea de lo cuántico, del valor del pensamiento y de la forma en que podemos, como dice Joe Dispenza en Deja de ser tú, crear la realidad.

Uno de los últimos regalos que los Reyes Magos me hicieron fue el disco Sleeping with the past, de Elton John. Y una de sus canciones que aguardaba en la memoria para ser desempolvada es la que da título a este texto. Después de todo quizá no sea tan cruento ir tocando la vida de la gente para hacerla sentir mejor. Aunque ello implique densas cargas por sacudir y entender cómo funcionan las escobas.

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