La figura de testigo colaborador es la persona que accede voluntariamente a prestar ayuda eficaz a la autoridad investigadora, ofreciendo su testimonio o aportando otros medios de prueba conducentes para investigar, procesar o sentenciar a otros sujetos y queda sujeta a una facultad discrecional del Ministerio Publico para dejar sin efectos la acción penal en favor del imputado.
Se puede interpretar que la figura de testigo colaborador sea sinónimo de impunidad ya que los imputados que proceden a adoptar esta figura, no reciben sanción alguna por los delitos cometidos, pero esto no es así, pues su otorgamiento queda condicionado a la valoración objetiva que haga el Ministerio Publico de lo acontecido en el proceso penal.
Actualmente, Rosario Robles Berlanga se encuentra totalmente acorralada y literalmente abandonada al recibir la segunda acusación por delincuencia organizada y lavado de dinero que le notificó la Fiscalía General de la República (FGR) y también ante la postura que adoptó su confidente y otrora oficial mayor Emilio Zebadúa al señalarla como operadora principal de “la estafa maestra”. Este caso comprende un desvío histórico y ofensivo por más de 5 mil millones de pesos, recursos públicos que iban dirigidos a atender el hambre de los más pobres de este país. Dicho monto fue desviado para la compra de votos en al menos cuatro campañas electorales del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El presunto desvío del erario habría iniciado con la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en el 2012, después con la elección intermedia de 2015, la campaña por la gubernatura en el Estado de México en el 2017, y por último la presidencial en 2018.
En caso de que el Ministerio público decidiera otorgar beneficios contra los cargos que la vinculan a “la estafa maestra”, se deberá analizar cuidadosamente la información y la evidencia que Rosario Robles ofreciera para involucrar a su superior directo Enrique Peña Nieto a este caso.
En la historia política de México hay una serie de “chivos expiatorios” en espera de ser utilizados por los gobiernos en turno para buscar responsables de los abusos cometidos en pasadas administraciones. Así, por ejemplo, con Felipe Calderón, fue Pablo Salazar Mendiguchía; y el de Enrique Peña Nieto, fue Elba Esther Gordillo. Sin duda, Rosario Robles es el “chivo expiatorio” de este sexenio.
Lo cierto es que, hasta el momento, Robles es la única ex funcionaria que se encuentra en la cárcel como parte de un gabinete conformado por una generación de políticos calificada como la más corrupta en la historia moderna de este país