Durante los últimos meses, las tecnologías de nube han sido un gran aliado para organizaciones de todos los tamaños que han tenido que dar cuenta de profundas transformaciones, no solo en lo que respecta a su manera de operar, sino también en las expectativas de sus clientes y en sus modelos de negocio. Para las empresas que ya son nativas digitales, o sea nacieron en la nube, fue más fácil beneficiarse de la flexibilidad, la escalabilidad y las soluciones de Inteligencia Artificial; fue como extender la mano y agarrar lo que ya estaba en su estante de posibilidad. Sin embargo, esta no es la realidad de otras miles de empresas que antes de la pandemia hacían un uso limitado o nulo de las tecnologías de nube.
A nivel global, se estima que menos del 20% de las cargas de trabajo ya están en la nube. Por este motivo, y también mirando al próximo año, muchas de mis conversaciones con los tomadores de decisión en México y en el resto de América Latina, están enfocadas en ayudarlos a migrar a la nube. Para ayudarlas en este camino, desarrollé un mapa pensando en migraciones a la nube, pero que también puede servir para trazar otras transiciones de tecnología y cambios organizacionales.
Para comenzar, es necesario definir el problema que estamos intentando resolver. Es tentador pensar que lo difícil es encontrar una solución; sin embargo, en mi experiencia, el verdadero desafío es definir el problema. Es importante recordar que la tecnología tiene que estar al servicio de un objetivo específico y que llegar al fin del recorrido solo tiene sentido si vamos a conseguir algo de valor para el negocio, ya sea optimizar costos, mejorar los canales de ventas, crear nuevas aplicaciones o habilitar la colaboración para nuestra fuerza de trabajo.
El segundo paso, es definir el punto de partida. Antes de emprender viaje, tenemos que analizar y evaluar los riesgos y los sistemas que están siendo usados hoy, así como establecer los límites de lo que será abarcado en esta transición. Sin esto, corremos el riesgo de embarcarnos sin la suficiente preparación para lo que nos espera.
Una vez que sabemos lo que estamos intentando resolver y de dónde estamos empezando nuestro viaje, el mapa se divide en tres senderos posibles. La primera alternativa es trasladar lo mismo que ya teníamos en otras plataformas a la nube; esta sería la opción de migración más directa y es un buen camino para optimizar costos, disminuir disrupciones, ganar seguridad y escala. El segundo sendero es el de aprovechar la transición para crear aplicaciones nuevas que aprovechen el potencial de las tecnologías de nube para perfeccionar aplicaciones y sistemas. La última alternativa de nuestro mapa, tal vez la más interesante pero la más desafiadora, es usar la tecnología como un catalizador de innovación e inventar cosas nuevas, no necesariamente reproducir lo que ya existía. Ejemplos de este camino son aquellas empresas que pueden crear nuevas áreas de negocio o usar sus datos en combinación con modelos de inteligencia artificial para predecir demanda.
Si algo nos mostró el 2020, es que todos los caminos conducen a la nube, no porque la nube sea un objetivo en sí, sino porque ella posibilita la transformación digital que ya estaba en la agenda y ahora se volvió urgente. Con este mapa en la mano, espero poder ayudar a muchas organizaciones a embarcarse en esta aventura.
Eduardo López, Presidente de Google Cloud Latinoamérica