El Audiolibro: futuro inmediato


Si hace veinte años alguien hubiera dicho que el futuro el audiolibro ocuparía un lugar importante en el mercado editorial, lo hubiesen tomado como una broma. Nadie podría imaginarse que este concepto ha cobrado fuerza y de acuerdo a los representantes de la empresa Strorytel, que estuvieron en la edición 34º de la FIL, son optimistas al considerar que el público lector se inclinará más por el consumo de este formato.

Algo de cierto hay en sus palabras porque de acuerdo a lo que sugiere la consultoría Deloitte -encargada de asesorar, promover y dar servicios a firmas independientes alrededor del planeta-, consideran que el consumo de los audiolibros aumentará entre un 25% y 30% en los próximos cinco años. Su pronóstico se sostiene en la idea de que el lector habitual de libros poco a poco habrá de convencerse de las bondades de los audiolibros, que han dejado de ser lo que fueron en el pasado reciente: un limitado número de obras y narradas de forma mecánica.

Aunque el pasado de los audiolibros se remonta a mucho tiempo atrás. Algunos señalan el año de 1877, cuando Thomas Alva Edison inventó el fonógrafo, que a decir de algunos de sus biógrafos, uno de sus objetivos era lograr que una novela completa pudiera ser almacenada en uno de sus famosos cilindros. Por desgracia, el tiempo de grabación en aquella época se limitó a unos cuantos minutos de Nicholas Nickleby, la obra de Charles Dickens que tanto gustaba al genio de Menlo Park.

Sería en las primeras décadas del siglo 20 cuando en los Estados Unidos hubo mayor interés otros por lograr imprimir libros parlantes, como se les conocía en un principio, los por cierto cuales estaban destinados a los ciegos. Sin embargo, los empresarios comenzaron a darse cuenta de que, estos productos podían extenderse hacia otros públicos: los niños. Fue así como aparecieron los primeros cuentos infantiles en discos; formato que en México se haría popular, con las historias de Francisco Gabilondo Soler Cri-Cri, narrados por uno de los mejores declamadores: Manuel Bernal, conocido como el Tío Polito.

Con la aparición de los casetes en los años sesenta, los audiolibros se vuelven más populares, y surge un público lector que por razones de tiempo los prefiere en vez de las radionovelas. Así que los lleva en su auto y puede disfrutarlos mientras enfrenta largos caminos de casa al trabajo y viceversa.

El formato cambia con la llegada del CD; más tarde es sustituido por los nuevos dispositivos digitales, y en años recientes son más accesibles con la aparición del streaming. Desde luego que esto no significa que el libro esté siendo sustituido por los audiolibros, porque como se ha visto están presentes desde hace mucho tiempo en el mercado.

Algunos lectores adultos se inclinan por el audiolibro porque sienten que la vista se les cansa, y disfrutan ahora utilizando el sentido del oído. Otros lectores prefieren escuchar la obra y después leerla. Cada quien tiene un motivo y gustos diferentes. Finalmente lo que importa es que la obra en turno llegue al mayor número de personas a través de las ondas sonoras.



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