Lo mira venir: encorvado y arrastrando los pies. Apenas le lleva unos meses de edad, pero aquel lleva un mugriento bastón en la diestra. A él lo acompaña uno de sus nietos, el menor, quien lo conduce tomado del brazo, pese a sus retobos:
—¡Que me sueltes, te digo: que no estoy inválido!
—Te das un trompezón y a mí me echan la bronca, abuelo. Arrastras los pies rete gacho, mejor te agarro.
—Pero llévame por la otra banqueta, que ai viene ese recabrón…
—Es tu amigo el Tompiates…
—¡Perro! Ese no es mi amigo. Nomás se la pasa a chinga y jode cada que me lo topo… Se quedó en el viaje del cemento y la mota. Luego, lo encerraron en una granja para que dejara el alcohol: ya se juntaba con los teporochos del Escuadrón de la Muerte.
—Me contaste que con él te pusiste las primeras borracheras, cuando chavo. Y ahora no lo quieres ni ver. Cuando menos salúdalo. Deséale feliz año 2021, no seas rencoroso.
—Es un abusivo, si me descuido me roba la cartera. Prefirió dedicarse a la uña que trabajar con su padre, que a querer o no lo hizo carpintero.
—Hubieras aprendido un oficio también, abuelo. Hasta te habrías jubilado y no estarías atenido a la caridad familiar.
—¡Ninguna caridad! A los hijos los saqué adelante y ahora les toca corresponder. Infórmate y luego me regañas, baboso. Nomás hablas por hablar, y eso no está bien
—¿Qué no decías que hasta las novias se intercambiaban? Y ahora se hacen los disimulados, ¿pues qué te hizo que le agarraste coraje, abuelo?
—Ya te conté que andaba sin chamba un día y le conseguí de bodeguero en la obra. Agarró la borrachera con los maistros albañiles, se quedaron dormidos, entraron los cacos y arrasaron con las cajas de herramienta de todo mundo. Y desapareció. Fue cosa natural que todos pensáramos que él organizó el atraco.
—Yo también me hubiera pelado. Si se queda, hasta la cárcel va a dar. Ya déjate de rencores, él ya ni se acuerda. Y hasta te tiene estima. Cada que me lo encuentro en la calle pregunta por ti, si no te has muerto.
—Muerto me quisiera ver ese recabresto vago, como si me mantuviera. ¡Que te pases a la otra banqueta, te digo, antes que venga de encimoso!
—No te apures, abuelo, que ya ni ve. Ahora viene solo, pero casi siempre lo lleva del brazo su hermana, la que dices que te gustaba.
—No lo ha de soportar. Siempre se la pasa inventando. Hasta ingeniero dice que es, cuando ni la primaria terminó. Se le van las cabras pa’l monte.
—También a ti, abuelo. Pero me gustan tus historias, por muy exageradotas que sean.
—¡No exagero: las viví! Y ese se las pasa inventando.
—Pues tiene mucha imaginación, abuelo. Cuando nos agarra de auditorio a los más chavos, bien que nos entretiene, igual que tú. Los dos son bien lángaros, como dice mi abuela.
—Tú que le crees, ya también desvaría ella. Por eso le digo que no fume mariguana.
—Lo hace por sus reumas. Dice la abuela que el mariguano eras tú, y que ahora te las das de persignado. Ya lo vivido, vivido, ¿no crees? Pa’ la Noche de Reyes armamos una peda para la tercera edad, y bailan la Danza de los viejitos, abuelo. Si quieres consigo Etiqueta Verde.
—Puras promesas tuyas, hijo… Dicen que es buena pa’ las reumas. Quién quita y sirva para eso.
* Escritor. Cronista de Neza