Lo que está en juego en las elecciones federales del 6 de junio de 2021 es dos proyectos de nación: el de la 4T, abanderado por Morena y sus aliados, el PT y el PVE, que no es otro que el Estado social de derecho, o estado de bienestar, el cual, durante sus 71 años de vigencia, conducido por el PRI, benefició más a los empresarios que a los sectores populares, con excepción del sexenio de Cárdenas; y el del Estado neoliberal, defendido por la alianza PRI-PAN-PRD, mejor conocida como el PRIANRD.
Para el proyecto de nación de la 4T, la soberanía nacional, es decir, la autoridad en la que reside el poder político del pueblo mexicano, se sostiene en la riqueza nacional que hay en el suelo, subsuelo y aguas que se encuentran dentro de los límites del territorio nacional, riqueza que, de acuerdo al Artículo 27 constitucional, originariamente es de la nación, “la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada”.
La soberanía nacional de este proyecto de nación, en síntesis, radica en una economía mixta con rectoría del Estado; de ahí que, al intervenir el Estado en procesos de regulación económica, al Estado de bienestar se le conoce también como Estado Interventor.
Para el proyecto neoliberal defendido por el PRIANRD, en cambio, la soberanía nacional radica en el mercado, tesis expuesta magistralmente por Salinas de Gortari en su primer informe de gobierno, siguiendo las directrices del fundamentalismo ideológico de Francis Fukuyama, teórico del Estado neoliberal (Véase su libro Construyendo el Estado).
“La reforma del Estado —dice Salinas en su primer Informe— tiene el imperativo político y moral de volver al sentido original de la Revolución. Debemos recobrar, para una sociedad moderna, un Estado reformado bajo el espíritu de la soberanía popular de 1917. […] Tenemos el imperativo político y moral de volver al sentido original de la Revolución”.
Para Salinas y sus epígonos, el Estado neoliberal concuerda con la ideología de la Revolución Mexicana. No reparó el fundador del Estado neoliberal en México en que el fundamentalismo ideológico de Fukuyama es excesivo; y, siguiendo estas directrices se gobernó al país durante cinco sexenios.
Sostiene el líder de la escuela de Chicago que las excesivas funciones impuestas al Estado generan problemas de déficit fiscal, fenómeno que origina una crisis del Estado, motivo por el cual hay que reducir sus funciones, transfiriendo al sector privado, por medio de contratos, las funciones que antes eran propias del Estado.
Al Estado, sostiene Fukuyama, le corresponde únicamente: a) garantizar la seguridad, b) la propiedad y c) el cumplimiento de los contratos. Todas las demás pertenecen al mercado; pero para que el mercado cumpla bien las funciones, que antes eran del Estado, debe iniciarse un proceso de desregulación, eso fue lo que hicieron los presidentes de Salinas a Peña Nieto, reduciéndoseles a los sectores populares, sobre todo a los trabajadores, muchos de sus derechos.
Con el argumento de “o nos dedicamos a gobernar o administrar empresas públicas”, Salinas inició el desmantelamiento del Estado de bienestar y lo concluyó Peña Nieto con sus reformas estructurales; ahora AMLO desmonta el Estado neoliberal para volver a construir el Estado de bienestar. La primera señal de AMLO en el inicio de su gobierno fue establecer políticas públicas para proteger a los sectores más vulnerables, hecho inadmisible para la ideología neoliberal.
Estos dos proyectos de nación en disputa han orillado a los líderes partidistas de las derechas a hacer a un lado sus principios y valores, para al grito de: “Todos contra Morena”, implementar medidas pragmáticas en cuestiones de alianzas y selección de candidatos. Lo que busca este bloque político es quitarle la mayoría absoluta a Morena en la Cámara de Diputados, para descarrilarle el tren a la 4T.
Morena no se queda atrás, ha hecho exactamente lo mismo, no solo puso los ojos en su aliado natural, el PT, sino en toda la chiquillada que antes eran satélites del PRI, y en cuanto a la selección de candidatos ha hecho también lo mismo, busca los más populares, aunque no estén comprometidos con la 4T
¿Se vale que las izquierdas recurran a este pragmatismo?
Para salvar el proyecto de nación de la 4T, creo que sí. Contra el puritanismo de algunos morenos habrá que decir, siguiendo a Gadamer, que“si lo bueno para el hombre solo aparece en la concreción de la situación práctica en la que él se encuentra, entonces el saber moral debe comprender en la situación concreta qué es lo que ésta pide de él”; y, por lo que veo, algunos morenos no han podido comprender la situación concreta que vive el proyecto de la 4T frente a los poderes fácticos y, apelando a principios y valores, actúan contra sí mismos.