Así como los cines en Nueva York se han enfrascado en una muy frontal batalla contra el gobernador Cuomo, con el resultado de que al fin han dejado que abran solo las salas que están en la periferia de la ciudad, Disney está peleando con todo, también con el gobernador de su estado, Gavin Newsom, para que los dejen abrir ya, bajo los protocolos que ya les han funcionado en Orlando y en la parte de tiendas y restaurantes de California, Downtown Disney.
La respuesta no les gustó. Y con toda razón. Ahí también tienen una especie de semáforo, el cual resulta un tanto arbitrario, porque va por zonas y lo deciden las autoridades de cada condado. Así que lugares de entretenimiento con muchos menos protocolos que Disney o para el caso también Universal Studios, pronto podrán comenzar a operar de manera limitada, pero lo suficiente como para poder reactivarse. Disney está recibiendo instrucciones más rígidas que los estadios deportivos, por ejemplo, y les dicen que cuando abran no será a más del 25% de su capacidad.
Son tiempos extraños, pero más allá de reconocer que pocas compañías han invertido tanto como la de Mickey Mouse, para poder volver a operar, hay mucho más en juego. Los 28 mil trabajos que se perdieron en todo el mundo es un resultado directo de todo esto. Pero más allá de eso ocurre un fenómeno extraño, porque aunque se entiende que el entretenimiento no necesariamente es “esencial” para subsistir en tiempos de pandemia, el efecto dominó en la economía y el turismo que esto está provocando sí lo es y necesita auxilio. Como dijeron ellos, Disney no va a desaparecer, pero la economía de miles de personas y negocios aldeanos, sin duda se esfuman con cada día que pasa.
Twitter: @susana.moscatel