Interminables los ejemplos. Mantengo un referente muy especial del caso Mary Barnes. Tuve —y tengo— un enorme respeto por el trabajo de R.D. Laing en el asunto Mary Barnes: una mujer que logra salir de un desorden mental (si es que aún podemos usar esa expresión tan subjetiva) trabajando la regresión en Kingsley Hall, una vieja casa londinense en los años sesenta. El asunto no queda en lo anecdótico: lo hizo trabajando arte: pintaba con sus propias heces entre los dedos, sin pinceles.
Es decir: la relación entre la creatividad y la locura están presentes en el hombre mucho antes de que apareciera Jerónimo Bosco. Incontables los casos de escritores que han trabajado su obra entre alucinaciones y locura. Otra vez para que no se olvide: el lenguaje de los alienados es metafórico, interpretarlo es de humanos sensibles, no cualquiera. Admirable por lo mismo la documentación de Oliver Sacks y el testimonio de sus pacientes.
La mente guarda fantasmas, eso lo dice Eduardo Monteverde en un ensayo subtitulado “Imaginación y demencia” (Paidós, 2005). En efecto, se ha estudiado desde el propio psicoanálisis ortodoxo, la presencia de la creatividad en los trastornos afectivos, que —definitivamente— sí la hay. La locura, menciona el autor, ha sido un concepto “genérico” para “nombrar desvaríos y conductas extrañas: insania opuesta a la razón”, escribe.
Me ha atraído por actual esta reflexión: en la irrupción de las tareas automatizadas el cerebro humano no estaba preparado. El resultado: el pavoroso crecimiento de los desórdenes y fantasmas mentales. Pero —es lo extraordinario del caso— va casi a la par a una explosión creativa. Al parecer y desde siempre, los psicóticos han funcionado de modelo a los creadores del arte.
“Los fantasmas de la mente” se ocupa, por otro lado, de las adicciones y la fantasía, un asunto que me parece menos relevante ante lo otro.
No hace mucho y por encargo de un suplemento cultural, busqué parte de los cuentos de Pablo Palacio: un ecuatoriano que cayó a un río siendo un niño, provocándose un serio e irreversible problema neuronal. Su obra, extraordinaria obra fue escrita en pleno delirio. No me canso de buscar aún estos temas, me interesan demasiado.
Me interesan los verdaderos creadores y las formas de su locura, no los que se arrollan sobre las banquetas en la cotidianidad. Esos no lo son, fingen.