LOS RETOS DE LA CLASE POLÍTICA.


LOS RETOS DE LA CLASE POLÍTICA.
A propósito de la visita de Claudia Sheimbaum a Culiacán.

Felipe Guerrero Bojórquez.
Hasta ahora, la oposición real al régimen que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador no se encuentra en los partidos políticos, sino en la gente molesta, inconforme, ofendida en su inteligencia.

Y no es que esta parte de la sociedad inconforme se conduzca por ahora de manera orgánica o estructurada para luchar o buscar el cambio de régimen; es que desde el gobierno hay fallas que han sembrado la decepción y la desesperanza en muchos mexicanos.

Al mismo tiempo e igualmente, los partidos políticos opositores al régimen gravitan sobre el mismo modelo derrotado, alejados de la gente, o más bien, por lo mismo, la gente alejados de ellos.

¿Qué ha visto la gente inconforme con los partidos de oposición y con el gobierno de López Obrador? Ha visto solo en los altos dirigentes de los partidos de oposición un discurso contestario al régimen, y en los estados y municipios el silencio de los líderes formales, más con ganas de negociar posiciones con los gobernantes de MORENA que de encabezar las exigencias ciudadanas.

Y por el lado del gobierno la gente siente en carne propia la desatención y el deterioro terrible de su calidad de vida en términos de servicios públicos. Ciudades y comunidades rurales con graves problemas de seguridad, deterioro y falta de agua potable y drenaje, calles y caminos destrozados, alumbrado público inservible, recolección de basura deficiente y una creciente corrupción administrativa que impide la planeación de la infraestructura y el desarrollo económico adecuado.

Por un lado el gobierno federal se atiene a sus programas sociales en beneficio de la gente más necesitada y, por otro, los gobiernos locales desatienden los servicios públicos fundamentales de la población porque, en unos casos, no hay capacidad de gestión sino de corrupción y, en otros, los esfuerzos quedan a medias porque no hay dinero, debido a que las participaciones federales se han reducido y se concentran en las grandes obras federales.
La misma aspirante presidencial, Claudia Sheinbaum, que este domingo se encuentra en Culiacán, admite que ella perdió la mitad de la CDMX aduciendo problemas de la pandemia y la tragedia de la Línea 12 y que esto lo aprovechó la oposición para armar una campaña de desprestigio. Y aquí lo que se deduce, por el contrario, es que la Jefa de Gobierno de la CDMX le otorga más capacidad a la oposición para manipular la voluntad del sufragio, que capacidad a la gente para decidir libremente a partir de sus inconformidades.
En una palabra lo que dice es que la gente votó en contra de ella porque la manipuló la oposición, no porque ella haya hecho mal las cosas.
Hoy, ya lo sabemos, de nuevo vemos las mismas prácticas de todos los tiempos: Buscar estrategias preelectorales para visitar estados con cualquier pretexto temático según su función. Pero la gente ya lo sabe. No ignora que se trata, como en el caso de la visita de Sheinbaum, de una gira disfrazada que tiene que ver con sus aspiraciones presidenciales.
La gente, la sociedad, finalmente es sentenciada por la misma clase política a la ignorancia y, en consecuencia, a ser receptiva de discursos sustentados en la confrontación. Para los actores píticos lo mas importante es promover la lucha entre los buenos y malos, y para ello apelan al relato de la descalificacion permanente. Creen, están convencidos que eso es lo que merecen los ciudadanos, de quienes desdeñan su inteligencia.
Muchos ciudadanos, sobre todo los jóvenes, traen ahora una agenda distinta a la clase política; esa clase política aún más envejecida, cuya concepción del mundo aún se centra en la idea medieval del mal y el bien, de los buenos y los malos, del blanco y el negro, de la gloria y el infierno, de los liberales y los conservadores y de los chairos y los fifís para ser más claros.
Está bien, es correcto, es fundamental combatir la pobreza; atender con prioridad a los pobres; pero igualmente es central atender al resto del país porque si se viene abajo, principalmente la producción y la inversión, los primeros afectados serían precisamente los más débiles.

El reto para la clase gobernante es convencer a la sociedad de que el país ha mejorado y que debe ser ratificado en las urnas; y el reto para la oposición es consolidarse estructuralmente, afianzar acuerdos y hacer compromisos de fondo para captar el voto de la sociedad indignada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *