Impuestos


Un asunto de importancia toral para el país es que se paguen los impuestos, un objetivo de política económica de todo gobierno pues de ello depende el gasto público y las inversiones que se realizan con recursos propios, es decir, sin pedir prestado México ha dependido en las últimas décadas del préstamo, vivimos del sablazo porque no hemos sido capaces de generar ahorro interno; sumemos a esto la corrupción y observamos que esto ha sobreendeudando al país, dando apariencia de auge cuando en realidad la economía no es sustentable y los ajustes fiscales realizados en sexenios pasados se realizaron solo para generar excedentes económicos… para endeudarse más. 

Se ha dicho mucho que se cobran pocos impuestos en el país, pero eso es falso. Sucede que la estructura fiscal es débil, ya que los salarios son bajos y 60% de la población activa son trabajadores informales, es decir, que no pagan impuestos. Y resulta que los grandes consorcios tampoco.

Esto derivado de que el gobierno como una política selectiva no cobraba impuestos a muchas grandes empresas, o los condonaba, y se compensaba este déficit sobre todo endeudando a Pemex y a las finanzas nacionales.

Sin embargo, acostumbrados a evadir legal o sesgadamente el pago de impuestos, el exigirles ahora el pago resulta en un asunto que causa malestar entre algunos grandes empresarios del país. Eran incluso impuestos que adeudaban, y ahora además se están quitando algunas condiciones impositivas que permitían la evasión.

Sobre todo en el sector exportador se generaron condiciones de invernadero con cargo al fisco y se utilizan mecanismos como la sobrefacturación o la subfacturación, o lo que convenga, que permite la salida de enormes flujos de capital que evade impuestos nacionales, esto resulta en grave daño a las finanzas públicas, pues la evasión total acumulada cuando menos en este siglo se calcula en billones de pesos.

Ahora se nos informa que en el año 2020 el SAT ha recuperado como 100 mil millones de pesos de adeudos fiscales y que esto está terminado con los privilegios que disfrutaban algunos grupos económicos. 

Resumiendo, la evasión y la condonación de impuestos era una colusión público-privada que dejaba enormes ganancias a funcionarios y a empresarios. En algunos casos  no solo no pagaban sino que hasta les devolvían impuestos. Mientras los trabajadores y pequeños empresarios pagaban impuestos los grandes consorcios los evadían.

Esta política ha causado malestar empresarial y se quejan de que esto “abona a la incertidumbre económica”.



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