Una semana después de la elección del domingo 18 de octubre se abre al análisis lo que fue el proceso y sus resultados.
Luego de días álgidos en los que se ha puesto a prueba la confianza en el organismo público local electoral, se piden cambios y renovaciones, además de informes de transparencia y trabajo.
Curiosamente los principales promotores de este cambio son los partidos políticos quienes ven en la queja post elección la opción de maquillar las malas campañas, las decisiones que terminaron en derrotas y la falta de estructura y organización para realizar trabajo político en el estado.
La prueba de organización desde el INE no funcionó del todo y si se pretende tomar este proceso como ejemplo para el siguiente año, se deben corregir muchos detalles logísticos y de madurez política.
Hidalgo se pintó nuevamente de todos los colores en los municipios luego de las elecciones y quizá es una buena interpretación de lo que debe ser la democracia.
Sin embargo hay molestia en muchas regiones pues se considera que hubo malas prácticas desde los grupos de poder.
Quedan experiencias para el anecdotario como la violencia política de género que costó mucho tiempo de espera para su legislación y ahora que pudo aplicarse sirvio de freno para algunos casos en los partidos y municipios.
Otro tema fue la participación y comportamiento de los ciudadanos con la pandemia y la jornada electoral.
Una actitud ejemplar y destacada fue la de la población y los funcionarios de casilla.
Dura lección para los que toman las decisiones en el Instituto Estatal Electoral, pues la ciudadanía hizo su parte, los partidos presionaron, los candidatos participaron y los resultados, no todos, convencieron a unos y a otros no.