Las encuestas, parte II


Las casas encuestadoras electorales crecen y se sostienen gracias al prestigio que les da su confiabilidad, es decir, la cantidad de aciertos que acumulan durante su vida al comparar sus resultados con los de la elección.

Mucho se ha dicho que sus estudios no son predictivos sino una especie de fotografía del momento sobre la opinión pública, aunque la suma de esas imágenes nos dan al final de cuentas una serie de tendencias que facilitan la proyección de escenarios futuros.

Y lo que es de esperar, es que su última foto sea congruente con la tendencia que se ha venido detectando y especialmente, lo más aproximada al resultado final de la elección.

Después de su corta hazaña, el Centro de Estudios de Opinión de La Universidad de Guadalajara, CEO, dejó de ser el referente nacional y llegaron muchas otras que fueron destacando conforme acertaron a distintos resultados en múltiples procesos electorales nacionales y locales.

Sin entrar en detalle sobre el nombre de esas firmas que la mayoría conocemos, lo cierto es que éstas han tropezado en algún momento, y coincidentemente, todas al mismo tiempo en 2016, cuando sin excepción erraron en los resultados de la elección a gobernador en 12 estados de la República.

Las razones, aún desconocidas, tienen su origen, según mi propia teoría, en un voto oculto por parte de los electores mexicanos que por diversas razones, o mienten u ocultan su preferencia, tal vez por miedo a que les quiten cierto apoyo gubernamental o se vean presionados por el partido en el poder.

En esa ocasión saltó al escenario e inmediatamente también a la fama, la primera encuestadora robótica en México, que rompió el paradigma sobre la confiabilidad de las encuestas telefónicas, y no domiciliarias casa por casa, al haber acertado a todos los resultados. Y de ahí en adelante se ha posicionado en el resto del continente y ha arrastrado a muchas otras firmas en su modalidad, por su inmediatez y eficiencia.

Las casas tradicionales se pararon de pestañas y han puesto una serie de objeciones a esta modalidad, sin embargo, la pandemia las ha obligado a utilizarla como alternativa.

La creencia es que no todos los ciudadanos candidatos a responder un cuestionario tenemos teléfono y que solo cara a cara se dice la verdad. Los datos demuestran que la realidad es diferente, la gente prefiere responder desde su teléfono móvil o fijo y hasta disfruta apretando el botón con la respuesta correcta en vez de que lo encare a la puerta de su casa cualquier desconocido preguntándole sobre sus preferencias, cualesquiera que sean. Y resulta también, que ahora, no solo, prácticamente todos tenemos teléfono, sino que hay quienes tienen más de uno, con independencia de su situación económica o lugar de residencia.

Lo cierto es que el modelo cambió, la tecnología llegó y el estudio y análisis de la opinión pública merece ser repensado en serio, incluida la que abunda también en la internet y las redes sociales, pero como dijo la Nana Goya: “Esa es otra historia”, de la que nos ocuparemos más adelante.

El crimen organizado también es un factor a considerar a la hora del levantamiento casa por casa.



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