Que no le digan, que no le cuenten que la luna es de queso, cuando ha quedado claro que el sistema electoral gringo sin duda es de a peso. Se ve que, al momento de concebirlo, los padres fundadores se inspiraron en las estrategias patibularias y laberínticas para combatir el Covid. O sea, qué les costaba que la cosa fuera más sencilla: que gane, como me diría el licenciado Trastupijes, el que más votos junte o el que más urnas pueda embarazar.
Porque qué es eso de que el colegio electoral de un estado vale más que otro, que lo que importa es el resultado de Florida y Texas, y que Biden podría perder, aunque haya roto todos los récords del voto popular.
Bueno ni en reelecciones de Fidel Velázquez en la CTM y las de Robero Deschamps, se vieron estas cosas.
Desde que fue elegido George Bush Jr., gracias a las jugarretas estilo Coahuila del entonces Moreira de Florida, Jeb Bush, que movió toda la alquimia electoral estilo tricolor para que su bróder levantara su imperio del terror, supimos que aquello era un chuchinero.
Aunque claramente el candidato demócrata, Al Gore, tenía más votos fue derrotado ante nuestros ojos azorados. Como en México, donde los que menos sufragios tienen, son los que se declaran ganadores. Y luego nos la volvieron a aplicar cuando Hillary Clinton tuvo más votos a su favor, pero de pronto teníamos a Donald Trum, como chivo en la cristalería de la Casa Blanca. Claro, con una pequeña ayuda de los algoritmos rusos.
Ese Colegio Electoral yanqui está más anquilosado y artrítico que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos.
Está bien que les guste la onda hollywoodesca y que al final quieren que entren los Avengers y los rápidos y jariosos a salvar las elecciones, pero no la chiflen que es cantada. Lo único que cambió fue el lugar donde habrá de resolverse todo, un lugar que ni siquiera el más retorcido guionista hubiera imaginado: Nevada, ahí donde se asienta la Ciudad del pecado y alienígena Área 51. Yo pensé que Kanye West iba a hacerle como Muñoz Ledo y le donaría los votos que le dieron las Kardashians a Trun que, de perder, de seguro va a armar su #YesPorUSA inspirado por Mr. X González, con el apoyo de los del KKK que son la versión gringa de FRENAA. Y se llevará de asesores a Cepillín que le echó porra, a los expulsados de las Chivas que se la pasaban en el reventón y a Videgaray, ese santo laico que, ay caray, ahora le gritan que es un come cuando hay.
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