Recientemente, en un noticiero vespertino, un ex presidente del IFE, al hablar sobre el proceso electoral de los Estados Unidos (EU)se lamentó que allá no existiera un INE y un Tribunal Electoral (TE) como el nuestro. Dijo, en otras palabras, que el sistema electoral de los gringos era “un desmadre”, pues se trataba de 50 diferentes, con un mismo número de instancias de impugnación. ¿Y qué quería, si se trata de un país auténticamente federal? Creen que como México tiene organismos nacionales siendo federal, sus similares países también deben tenerlos.
Sugirió que los norteamericanos estaban atrasados, y casi propuso ir a darles unas clases de los “avances” mexicanos: un INE que, interpretando la ley, da y quita registro a partidos y ordena cuándo se deben realizar elecciones en los estados, ignorando su Constitución; y un TE en el que sus magistrados venden dirigencias de partidos y cargos de elección popular. Si en EU existiera el INE y nuestro TE, Biden no hubiera ganado, o aún no se reconocería su triunfo (¿en cuánto cree usted que el “magistrado billetes” lo vendería?).
Ante la posibilidad de que el partido de Biden no tenga mayoría en el Senado y la Suprema Corte, Paul Krugmanun -en un artículo publicado en el diario El País-, consideró que si el nivel de “disfunción política” de los EU se diera en otro país “consideraríamos que está al borde de convertirse en un Estado fallido (…) cuyo gobierno ya no es capaz de ejercer un control efectivo”. Seguramente el Nobel de economía -pero novel en ciencia política y derecho constitucional- añora un régimen como el del PRI hegemónico, o el del PCUS de la ex Unión Soviética.
Si bien la Constitución de los EU es –como dijera Sartori- una “máquina diseñada para la parálisis gubernamental”, los norteamericanos la hacen funcionar, tanto desde el punto de vista cultural, como de dispositivos legales e institucionales –de los que hablaremos en otra ocasión- creados para superar parálisis gubernamentales, derivadas de que el Presidente no tenga el Congreso ni la Corte a su favor.
Pese a que los EU son un Estado de derecho, no existe un TE que entregue constancia de presidente electo: el reconocimiento inicial del triunfador, más que burocrático-legal, es un asunto social y cultural. No nos equivoquemos.