¡AGÁRRENSE, QUE AHORA SÍ VIENE LA TRANSFORMACIÓN DE SINALOA!


¡AGÁRRENSE, QUE AHORA SÍ VIENE LA TRANSFORMACIÓN DE SINALOA!

Por Felipe Guerrero Bojórquez

El gobierno de Rubén Rocha, a pesar de sus seis meses en marcha, no termina de cuajar en términos de integración ni se ha iniciado en términos de producción real, sobre todo en la obra pública.

A medio año de gobierno, lo que vemos en la agenda de Rocha son preponderantemente temas de asistencia a eventos organizados por grupos de la sociedad civil, principalmente de la iniciativa privada, como tomas de protestas y otro tipo de actividades inaugurales, foros o congresos. La nutrida agenda de las invitaciones, pues.

Es decir, los banderazos de obras, los programas sociales de fondo traducidos en beneficio de las mayorías aún no afloran. Los propios desarrolladores dicen que añoran el ritmo del anterior sexenio donde el número de licitaciones para la construcción era alto y, hasta hoy, lo que el gobierno de Rocha ha hecho en seis meses, Quirino lo hacía en uno.

A medio año del actual gobierno, y a diez meses de la gubernatura electa, la obra pública no pasa de siete licitaciones, una cantidad muy, pero muy pobre no solo de frente al ritmo quirinista, sino de frente a la normalidad que en esta materia debe ejercer un gobierno.

Al gobernador Rocha lo han puesto a dar banderazos de pavimentaciones en callecitas cortas y de rehabilitación de canchas deportivas que, sin ánimo peyorativo, serían propias de un subordinado o autoridad menor.

Pero no solo es la falta de obra pública, sino la ausencia en los funcionarios del primer nivel de sus actividades sustantivas. Todo este tiempo, se la han pasado firmando convenios intersecretariales sin resultados hasta ahora visibles, por la sencilla razón de falta de recursos económicos y, en la mayoría de los casos, imaginación y compromiso. Ante el marcado centralismo, y en descargo de algunos Secretarios, el único que tiene margen de gestión es el Ejecutivo Estatal.

La agricultura, la pesca, el bienestar y desarrollo, la infraestructura escolar, el desarrollo económico, el deporte, las políticas públicas para y hacia la mujer, no han pasado de presentar acciones menores y desarticuladas que evidencian o un gobierno pobre, o a un gobierno atado de manos por el feroz centralismo presidencial, que ha preferido ponderar la política sobre lo que debiera ser un desarrollo sectorial parejo y democrático.

Todo indica que la política económica y de desarrollo del régimen federal y estatales, a más de tres años de gobierno, se quedó anclada en la idea única y central de “primero los pobres”, haciendo a un lado a los sectores de la agricultura, ganadería, pesca, minería, al desarrollo industrial, la inversión nacional y extranjera, así como la exportación de productos en los que Sinaloa, a pesar de todo, mantiene los primeros lugares.

Es de reconocer que la única industria que por sí misma ha salido adelante es la turística y de servicios, al igual que la inmobiliaria en el caso de Mazatlán. Ello se debe no a que haya apoyos importantes del gobierno federal, sino a la coyuntura de movilidad que vive el país, a la experiencia y al empuje de los inversionistas sinaloenses en la materia.

Pero si a lo anterior le agregamos que las instituciones federales, coadyuvantes del desarrollo, se han desvinculado de su compromiso social para convertirse en elefantes blancos, la cosa se pone aún peor.

Por ejemplo: en términos de salud pública el IMSS y el ISSSTE siguen siendo un desastre. Ni medicamentos, ni atención ni crecimiento hospitalario. Al Seguro Popular, muy específico y notable en sus beneficios, lo sustituyeron por un tal INSABI que nadie “insabi” qué es y mucho menos qué hace. A las delegaciones federales en Sinaloa y a sus delegados nadie los conoce y, por lo mismo, no dan la cara.

Con excepción de la de BIENESTAR, esas instituciones como el INFONAVIT, la PROFECO, La CONDUCEF, MIGRACIÓN, la FGR, el INEGI, el INEA, el INI, etc, y etc, son fantasmales y nadie sabe qué operan y quiénes las dirigen. Lo único que está a la vista es una pesada burocracia más lenta y corrupta que nunca.

Pero volviendo al tema del gobierno del Dr. Rubén Rocha, sus estrategas, que tampoco nadie los conoce, han generado la idea de que, por obra de magia, con la presentación del Plan Estatal de Desarrollo cambiará todo de la noche a la mañana.

Por supuesto que los ciudadanos deseamos que cambien las cosas a favor del desarrollo comunitario; que haya mejor agua potable y drenaje, luz eléctrica, seguridad pública, levantamiento de la basura, pavimentación, bacheos, arreglo de carreteras, caminos y brechas vecinales; infraestructura deportiva y de vialidad en centros urbanos, mejoramiento del trasporte público y escuelas etc. Es decir, todo lo que este gobierno prometió y que aún no empieza.

Todo supone entonces que para el próximo miércoles 27 de abril, luego de presentado el Plan Estatal de Desarrollo como una verdadera panacea, iniciará la transformación de Sinaloa.

Habrá que imaginar cómo saldrán de este evento los funcionarios del primer nivel, desesperados, hechos la mocha para subirse al patín de la transformación y dispuestos a no descansar, no dormir, porque los sinaloenses están esperando que, desde ese día, ellos también se transformen. Ya veremos cual será la diferencia entre tener o no un papel entre las manos. Habráse visto.

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