‘Ai se va’


Esta semana que concluye ha sido de altibajos, de luces y sombras. Termina con una danza de sentimientos positivos y negativos. 

Esté uno solo o acompañado, es inevitable pensar en y hablar del Covid-19. No se elude fácilmente, está presente las 24 horas del día, en casa o donde se encuentre cada quien. 

El pasado domingo salí en mi coche a recorrer (en este caso sin bajarme) la zona conurbada Torreón-Gómez Palacio-Lerdo. 

Desde siempre, para conocer mejor las ciudades, he ido a espacios que muy poco frecuento o que desconozco. 

La idea es esa, observar qué hay, qué encuentro nuevo, qué hace la gente ahí, en su micrositio. 

Antes de volver a casa, pasé a lo largo de los bulevares Independencia y Constitución y me metí al centro. 

Regresé preocupado, sin entender los porqués de la las personas, de todos los estratos sociales, de negar la tristísima realidad que vivimos. 

El resultado: hospitales saturados de gente contagiada, rica y pobre, crédula e incrédula. 

Desde el presidente López Obrador, pasando por los gobernadores de Durango y Coahuila, y las autoridades municipales laguneras, tendrían que asumir su responsabilidad y tomar medidas enérgicas, firmes, sin atentar contra nadie. 

Es tiempo de ideas inteligentes, de mentir que somos un pueblo que ha colaborado aplicándose en los cuidados por la pandemia. Hay anarquía, desorden, las ciudades están más sucias. 

Las plazas comerciales pletóricas, nadie dice nada a los paseantes y corredores sin cubrebocas ni guardando la sana distancia en los paseos públicos; los mercados y centrales de abasto igual. 

Parece que hay más indigentes. 

El centro de las tres ciudades permanece como si nada sucediera.

Quisiera equivocarme, pero nos desenvolvemos así porque así nos acostumbraron y aceptamos vivir. 

Tendríamos que remontarnos a muchos años de vacíos en la formación ciudadana, de relegar el bienestar integral de las familias, de no forjar generaciones éticas, respetuosas y respetables. Se prodigó el “ai se va”, el individualismo, el jolgorio. 

La corrupción y el abuso nos ganaron y aquí está la consecuencia: una sociedad padeciendo grave y desconsoladamente esta crisis de salud y económica.

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