Desde que comenzó la pandemia hemos tenido que irnos adaptando poco a poquito no solo en el trabajo, en la escuela, universidades o negocios, sino también en las celebraciones familiares. Mes a mes he observado acerca de las diversas formas de hacer sentir bien a la familia, amigos y seres queridos con las famosas caravanas de cumpleaños.
¿Es posible festejar? ¿Sí respetan todas las medidas? ¿Cuidamos bien el cumplimiento de la sana distancia? A medida que las personas se organizan y pasa el tiempo se van modificando las celebraciones.
He visto desde los autos decenas de personas que envían sus mejores deseos a los cumpleañeros sin bajarse de los autos, aquellos que respetan las medidas, los que sanitizan al recibir obsequios hasta los que se saltan los filtros, no traen cubrebocas y dan abrazos sin preocupaciones.
Estamos en un momento crucial, en donde debemos ponernos en el lugar del otro y respetar las medidas contra el coronavirus para no propagar aún más el virus y volver a semáforo rojo.
En las historias de Instagram observo con tristeza a muchos a los que se les ha olvidado lo que hemos vivido desde aquel horrible marzo que nos dijeron que este virus se había expandido en todo el mundo y que millones de personas habían sido víctimas.
Cada día pienso todo esto, reflexiono y trato de evitar el miedo, pero desgraciadamente sigue ahí ese pensamiento de que no todas las personas se están cuidando y que hay una gran parte que no entiende lo que es una cuarentena.
El próximo domingo 29 de noviembre mi marido y yo celebraremos nuestro aniversario en casa, con un asado argentino en familia, un vino y unos chocolates pero sin aglomeraciones, cuidándonos y dejando las celebraciones para cuando el panorama de salud sea positivo.
Este es el primer aniversario pandémico que celebramos y espero sea el último, que en un futuro no vuelva a repetirse pues todo se ha vuelto muy extraño y a veces…triste. Sueño con celebrar todos juntos como antes, con abrazos sin miedo al contagio, con la firme idea de que efectivamente podemos llegar sanos otro año al lado de los nuestros.
Últimamente después de comer, Fede y yo nos vamos a caminar con los perros al parque, justo a las 3:00 de la tarde, cuando no hay nadie, cuando los árboles bailan solos gracias a la brisa del viento nos regala en ese momento.
No hay mejor momento del día que ese, en donde soltamos a los perros, corremos y jugamos a la pelota un ratito con ellos mientras observamos la laguna y volvemos a sentirnos libres. _