
CHISPAZO
Felipe Guerrero Bojórquez
¡PEPE EL TORO ES INOCENTE!
Ahora resulta que la presidenta Claudia Sheinbaum descubrió la pócima mágica para lavar culpas: declarar que en Sinaloa la violencia no depende del Gobierno estatal. Con voz solemne, casi con dolor maternal, ayer nos informó consternada que el gobernador y su equipo son víctimas inocentes de todo el pandemónium en que se ha convertido el estado en menos de un año.… sí, víctimas, inocentes como Pepe El Toro.
Según la mandataria, en los asesinatos, los robos de autos, los asaltos, las extorsiones, los secuestros y las ejecuciones múltiples (hasta en los hospitales) no tiene responsabilidad el gobierno sinaloense. No, para nada. Todo eso es culpa de “factores externos”, mientras ese mismo régimen carga denuncias de corrupción, es acusado de tolera a los grupos fácticos y señalado de utilizar a los otros poderes: el Congreso, el Judicial, la Fiscalía, la Contraloría y otras instituciones, para presionar y perseguir a quienes considera adversarios.
¡No, no, no! Pobre nuestro gobernador, qué injustos hemos sido con él, porque al igual que la sociedad sinaloense, junto con su gabinete, diputados y líderes del partido, ha sufrido enormemente durante este casi año de guerra entre la mayiza y la chapiza. Ingratos todos: Deberíamos pedir perdón al régimen de la 4T por tan inmerecidos señalamientos durante todo este tiempo.
Pero el guiño de nuestra Señora Presidente (con E) Claudia Sheinbaum, no se queda ahí. Cuando habla de “factores externos”, en realidad da por buena la tesis de que en Sinaloa todo iba viento en popa… hasta que la DEA y el FBI se llevaron a Ismael “El Mayo” Zambada y, de pronto, se desató la guerra interna. En otras palabras, sin pudor alguno se admite que, con la política de abrazos y no balazos, los mayitos y los chapitos vivían en santa paz, y que el estado navegaba en plena “pax narca”. ¡Cabrones gringos! ¿Cómo se atrevieron hacernos todo esto?
Ese es, en el fondo, el deseo más íntimo de la 4T: que la calma provenga del equilibrio criminal, no de la justicia ni del Estado de derecho. Por eso se deslinda el gobierno federal, le lava la cara al gobierno de Sinaloa y culpa a Estados Unidos de romper la armonía. ¡Nombre, tan a toda madre que vivíamos con los abrazos no balazos!
Nomás falta que, en la próxima mañanera, alguien pida perdón a los «civiles armados» por haber estropeado la buena relación, gracias a esos «factores externos» llamados gringos. Porque si algo queda claro en la narrativa oficial, es que los verdaderos inocentes no son los ciudadanos, sino los gobiernos y, de paso, la chavalada alzada..
Esa chavalada en guerra que, ante las palabras presidenciales, han de estar pensando qué tan cierto será que esos diez mil soldados, que el gobierno federal presume haber enviado a Sinaloa, es para evitar que no se sigan matando entre ellos y no para cuidar a la sociedad sinaloense, misma que nomás faltó ayer fuera acusada de ser la responsable de todo lo que le pasa a ella misma. La neta, por poquito se le salía a la Señora Claudia.
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