CHISPAZO
GANÓ LA POLARIZACIÓN: FALTÓ OPOSICIÓN.
Felipe Guerrero Bojórquez
Pese a lo que cuestiona la oposición, Claudia Sheinbaum obtuvo millones de votos reales, más allá de la idea de la «elección de Estado» por la injerencia directa en el proceso del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y de las anomalías que pudieran encontrarse en la revisión de voto por voto, casilla por casilla. Será difil, sin duda, que el resultado pueda variar sustancialmente porque el número de sufragios a favor de la ganadora fue aplastante.
También ganó Claudia porque, pese a todo, millones de ciudadanos siguen rechazando a las cada vez mas desgastadas estructuras del PAN-PRI-PRD. Incluso en esta elección la oposición fue mayormente rechazada que en el 2018, porque así lo indica el alto porcentaje de votación a favor de la virtual Presidenta. Porcentaje, igualmente, mayor al obtenido por el propio AMLO.
En otras palabras, la llamada oposición tampoco puede ocultar el rechazo ciudadano, amparada en que hubo una «elección de Estado», la que desde luego se explica en el uso de los recursos oficiales para incidir de manera determinante en el triunfo electoral, práctica a la que no han sido ajenos el PAN y el PRI.
Cuando en las elecciones del 2021 el proyecto de MORENA perdió casi 10 millones de votos, al siguiente día AMLO abrió fuego desde el púlpito presidencial a través del discurso de la descalificación, para encasillar a cualquier signo de inconformidad y señalamientos hacia su régimen en «conservadores, reaccionarios, traidores y corruptos».
Desde entonces, y al mismo tiempo, a la mitad de su gobierno, AMLO metió al país en el juego de la sucesión presidencial. Nada de llamar a la reconciliación, nada de consensar con los opositores, nada en absoluto que tuviese que ver con la más minima señal de claudicación o debilidad ante sus millones de seguidores, sobre todo los beneficiaros de los programas sociales. «O regresan los conservadores, los traidores, los corruptos o sigue la transformación». Desde entonces esa fue la tónica del Presidente hasta la pasada elección y seguramente hasta el último día de su mandato. Y la conducta cómoda de la oposición fue justamente caer en los brazos de la provocadora agenda presidencial. De ahí que para los líderes opositores la consigna central, de frente al régimen de AMLO, fue la de luchar «por un México libre o permitir que siguiera la dictadura». Ahora ya se sabe: De la «dictadura» de AMLO a la «libertad» ofrecida por el PRIAN, los votantes, «haiga sido como haiga sido», prefirieron la «dictadura». Contó mucho en esta decisión la falta de autocrítica de la oposición, sus prácticas centralistas de siempre a la hora de elegir candidatos y la falta de valor para comprometerse con el pueblo de México a nunca más regresar a los régimenes de corrupción y favorecimiento de las élites.
¿Y porque AMLO polarizó al país? Porque le era necesario, fundamental, justificar y sobre dimensionar la importancia de sus proyectos insignias, aunque no estuviesen terminados, con un discurso dirigido al corazón de sus beneficiarios sociales, culpando a los «conservadores» de todo: de la inseguridad, del número de muertos y desaparecidos, de la incursión en el gobierno del crimen organizado, de la corrupción, del grave rezago en materia de salud y educación. Les volteó la tortilla. Ya lo había dicho abiertamente AMLO, «con los más ignorantes, con los pobres», ganamos votos y elecciones. Y así fue. No se escondió para decirlo. Abrió las cartas en la mera cara de la oposición.
Nada de esto último valió en el discurso opositor. Por el contrario, el resultado de las votaciones indica que, pese a estos señalamientos fundamentados en contra del régimen, la oposición nunca tuvo la calidad moral para que se lo creyeran o validaran; los millones de beneficiarios de los programas sociales y otros sectores de la sociedad, prefirieron apostarle a la seguridad de los depositos bancarios constantes y sonantes. Total que a muchos de ellos el PRI y el PAN nunca les dio directamente, y ahora que tenían la oportunidad de estar recibiendo dinero por normativa constitucional ¿para qué o porqué habrían que regresar al pasado de los «corruptos»? Muchos ciudadanos, incluso, estaban y están convencidos de que hacerlo era traicionar a AMLO.
Es cierto que en el marco de la polarización y de la amplia coyuntura de la sucesión presidencial se potenció un movimiento ciudadano inconforme con el régimen, pero no es menos cierto que en la recta final fueron los partidos los que lo contaminaron, a partir de aprovecharlo para sus objetivos político-electorales. Por supuesto, de esto último no se ha medido el impacto, pero es fundamental que en la necesaria autocrítica del movimiento denominado la «Marea Rosa», se valore qué tanto le restó, paradógicamente, la suma de las siglas del PAN-PRI-PRD.
Desde el pasado lunes el país amaneció con un nuevo escenario. Las leyes de la economía, las finanzas y el mercado reaccionaron negativamente. Ineludiblemente se hicieron presente. También reaccionó el régimen para calmar las agitadas aguas de los inversionistas. Ante esta situación, igualmente asomaron la cara personajes que serán claves en el nuevo gabinete y que ofrecen señales de que en el «segundo piso» habrá, por factores externos y obligadamente, menos ideología y mayor planeación. Bueno, es lo que dicen algunos morenistas cercanos a Sheinbaum. El nombre de Juan Ramón de la Fuente, como jefe del equipo de transición, ya se ofrece en la posibilidad de la Secretaría de Gobernación y, en consecuencia, el desplazamiento de los radicales que acompañaron a AMLO en el primer tramo que alentó la polarización del país. Pero este es otro tema que tocaremos en la próxima entrega.