CHISPAZO
HARFUCH: EL SUPERSECRETARIO
Felipe Guerrero Bojórquez
Poco a poco Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad Pública del país, se va a empoderando. Tendrá más presupuesto para contratar personal especializado, sobre todo ex policías federales de su confianza, y la facultad legal para que su dependencia investigue y realice labores de inteligencia.
La dependencia que encabeza Harfutch será una súper secretaría y a la vez él encabezará el Sistema Nacional de Seguridad Pública integrado por el Ejército, la Marina, FGR, Gobernación y las corporaciones estatales.
Harfuch, de iniciar el sexenio con “las manos pelonas” se convierte ahora, con las modificaciones aprobadas por el Senado y ya pronto por los diputados, en un secretario empoderado por la presidenta Sheinbaum. Serán 10 mil investigadores de la extinta Policía Federal los que estarán a sus órdenes y otros 5 mil más del Centro Nacional de Inteligencia al mando de su ex colaborador, Francisco Almazán. Todos pues conocidos desde la época de Felipe Calderón, cuando la guerra contra el narco.
Es Harfuch, en el gabinete, uno de los hombres de más confianza de Claudia Sheinbaum, y ha enfrentado el reacomodo, la movilidad brutalmente violenta, de los cárteles en estos primeros 45 días de gobierno. Si La Marina y el Ejército en el sexenio de AMLO solo decomisaban droga y armas, hoy, en poco tiempo, también se han detenido a cabecillas generadores de violencia y a grupos completos que participan en el sicariato, principalmente en Sinaloa y en Sonora.
Todo indica que el Secretario empieza a imponer sus decisiones en el nivel de coordinación con la SEDENA, la SEMAR y la Guardia Nacional, porque de la estrategia de contención que los militares operaron en la reciente época de los abrazos y no balazos, pasaron ahora a la estrategia de la ofensiva táctica y a la respuesta cuerpo a cuerpo, lo que sin duda está dando resultados.
Es importante establecer que en el combate a los grupos criminales de las regiones no han participado las policías y las fiscalías locales por una simple y sencilla razón: Su involucramiento con los grupos delictivos. De hecho hay una recomendación expresa: Nada de compartir información estratégica con jefes policiacos del ámbito estatal y municipal, ni con las fiscalías estatales.
Por eso la llamada «coordinación entre los tres órdenes de gobierno» es una mera expresión formal, un eufemismo para fines de discurso mientras se empieza a reemplazar a los jefes policiacos locales y a los mandos medios, lo que está en los planes inmediatos de García Harfuch.
Fuentes de esa secretaría indican sobre una limpia general, empezando por los estados más violentos y donde tienen sus bases importantes los cárteles. Los jefes policiacos serán reemplazados por personal enviados por la Secretaría de Seguridad Ciudadana y algunos elementos del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, con el objeto de tomar el control de los estados del país. Lo mismo pasará en las fiscalías locales donde se ha comprobado la complicidad de algunos elementos con la delincuencia.
Nada de dejar en manos las nuevas facultades de inteligencia y operación investigativa a las policías y fiscalías locales, porque forman parte del problema. Por eso se esperan limpias, purgas y depuraciones.
Este reacomodo ya empezó y se espera concretar para los próximo meses, cuando la administración de Donald Trump inicie y, con ello, estar preparados y en condiciones ante las exigencias implacables de los Estados Unidos en el combate al crimen, y de lo que ellos llaman desde ahora narcoterrorismo.
El plan Harfuch ya está en marcha y muy pronto habrá novedades en los estados, sobre todo en Sinaloa donde existe un mapeo claro de cómo se mueven las corporaciones, y un ejemplo de ello es la desarmada policía municipal de Culiacán, a la que no han ocupado, por lo mismo, en las tareas de seguridad estratégicas.
Por cierto, es probable que elementos de la Policía Municipal de Culiacán sientan la lumbre en los aparejos porque ya se empiezan a rebelar. 99 de ellos se niegan a realizar el examen de control y confianza porque argumentan que su vida corre peligro durante el trayecto a la Ciudad de México, en donde se someterán a dicha evaluación. Las autoridades superiores ya les dieron una respuesta: Si no hacen el examen serán despedidos. Más allá de que los agentes tengan razón o no, ya empezaron los primeros escarceos. Y así será de aquí en lo adelante.
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