
CHISPAZO
TRUMP, POR TODAS LAS CANICAS.
Felipe Guerrero Bojórquez
Terry Cole será el próximo director de la Administración de Control de Drogas (DEA), por sus siglas en inglés, agencia que depende del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, dedicada al combate a las drogas, principalmente en América Latina.
Cole es un veterano en estas lides y conoce al dedillo el teje y maneje de los cárteles en México donde fue agente encubierto, al igual que en aquella Colombia dominada por el narcotráfico.
Ronald Johnson, quien será el embajador de Estados Unidos en México es un veterano de guerra, militar de élite de los llamados Boina Verde y ex agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), tiene sin duda el perfil ideal para aplicar en nuestro país la política injerencista y militarista de la administración de Donald Trump.
Cole y Johnson, en consecuencia, jugarán un papel relevante en los planes operativos de combate a los cárteles, denominados por ellos, no por el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, como grupos terroristas. Y no solo eso, sino en su momento harán uso de los expedientes de algunos gobernantes presuntamente involucrados con el narcotráfico.
Hasta hoy, el señalamiento de parte de Donald Trump de que el gobierno de México mantiene «una alianza intolerable» con grupos del narcotráfico se mantiene invariable, a pesar de que en su momento la presidenta Sheinbaum dijo: «Rechazamos categóricamente la calumnia hecha por la Casa Blanca contra el gobierno mexicano sobre alianzas con organizaciones criminales”. Pero esto, como otras cosas, le ha entrado por un oído y salido por el otro al mandatario estadounidense.
Y no solo eso, a pesar de que puso condiciones, como el envío de tropas a la frontera norte y prontos resultados en el combate al narco, so pena de aplicar aranceles generales los primeros días de marzo, México ha sido infiltrado por un espionaje descarado desde el aire, con aeronaves cuya tecnología rastrea los objetivos más diminutos, lo que significa, igualmente, que Trump estaría contemplando incursiones armadas en nuestro territorio, bajo el argumento de combatir al «narcoterrorismo» que le «ha hecho mucho daño» a su país.
En ese sentido, Terry Cole y Ron Johnson, se convertirán en las piezas claves de una ofensiva militar que pondrá en jaque no solo al gobierno de Claudia Sheinbaum, sino a nuestra economía. La grave acusación de narco gobierno sostenida también por Marco Rubio, el poderoso Secretario de Estado, no solo forma parte de una acusación hecha desde la información y visión ultraderechista, sino ahora desde un gobierno dispuesto a doblegar al mundo y apoderarse de todos los recursos naturales posibles.
Por eso, al gobierno de México le urge rectificar al interior; recomponer en lo posible sus relaciones con una sociedad polarizada por la intolerancia ideológica y el abuso de poder pero, sobre todo, por la impunidad en el ejercicio del gobierno. Llamar a la unidad solo cuando conviene y llamar traidores a la patria a los mexicanos que no están de acuerdo con el régimen, es echarle más leña al fuego, fomentar aún más el odio y fortalecer el sentimiento de que es bueno que alguien venga de fuera a poner orden a México, en lugar de enfrentar todos unidos la agresiva ofensiva exterior, sin que esto se escuche patriotero.
Claro, eso de la unidad es difícil que ocurra, y el choque desigual será inevitable porque estamos hablando de dos gobiernos populistas: Uno de izquierda y otro de derecha, con la diferencia de que el vecino grandulón viene por todas las canicas, por las malas o por las malas.
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