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CHISPAZO
NEGAR LO INNEGABLE
Felipe Guerrero Bojórquez
«En Sinaloa se vive perfectamente bien», respondió el gobernador Rubén Rocha Moya a un reportero. Y agregó ufano: «Tenemos estadios llenos y escuelas llenas». A los días de su declaración, en el estadio de béisbol, lleno hasta el tope, la gente gritaba ¡Fuera Rocha! ¡Fuera Rocha! Un grito de indignación reclamando la insensibilidad del gobierno ante el asesinato aún impune, como casi todos, de dos niños y su padre.
Y antier por la tarde, la «escuela llena», alumnos de la Preparatoria Rafael Buelna de la UAS, buscaron aterrorizados un sitio dónde refugiarse ante la lluvia de balas disparadas por bandos rivales, en donde al final resultaron dos personas muertas y nueve heridos, entre ellos un niño de 5 años. Fue uno de los días más terribles en lo que va de la guerra.
¿Y dónde estaban los miles de soldados, y Guardia Nacional, a los que dos días antes les había pasado revista el General Secretario de la Defensa Nacional Ricardo Trevilla Trejo, acompañado del Secretario de Seguridad Nacional Omar García Harfuch? Quién sabe dónde estaban, pero lo cierto es que ante este tipo de hechos nunca llegan y, por lo mismo, no detienen a nadie; también no es menos cierto que los delincuentes no les temen y que en cualquier parte se atacan o se trenzan a balazos. Se saben impunes. De ese tamaño es el poder de quienes siguen dominando la violenta escena pública en Sinaloa.
Presumen las fuerzas federales, y la propia presidenta Claudia Sheinbaum, de destrucción de laboratorios, de incautación de armas y decomiso de droga y es cierto; pero por lo general no detienen a los responsables y, quienes saben de estos temas, dicen que algunos de los narco laboratorios «descubiertos» son los que han estado abandonados, con equipo en mal estado, precursores caducos, viejos o mal procesados. Por supuesto que debe ser normal toparse con este tipo de narco infraestructura ya desechada, ¿pero se reporta como tal o se cuenta por parejo?
Regresando al ámbito local, qué afán del gobierno estatal de tratar de negar lo innegable, de aferrase a un esquema que, por el contrario, le ha ganado el repudio de una gran parte de la sociedad sinaloense. ¿Por qué no aceptar los hechos tal cual y ser empático con el sufrimiento de miles de sinaloenses que han perdido un familiar, que le han «levantado» a un ser querido, que lo han robado, que han perdido su negocio, su casa, que han huido de Sinaloa, que sostienen apenas sus empresas y que viven encerrados, con el Jesús en la boca? Y mucho de lo que indigna a la gente está en el verbo, en la forma de expresarse, en la negativa constante de la responsabilidad oficial y, por lo tanto, en la desafortunada declaración. “En Sinaloa se vive perfectamente bien”.
A diario salen los del gobierno a tratar de enmendar la plana y en algunos casos de manipular la información; a manejar a modo la estadística, a relatar los hechos como si se le estuviera ganando la batalla a la delincuencia, a ocultar en lo posible las circunstancias violentas, recomendando no hacer caso a las informaciones no oficiales, cuando precisamente es a través de las redes sociales, y los medios independientes, donde la gente informa y se informa y, al final, son estos los que se imponen sobre las versiones gubernamentales. Ni así aprenden.
Por eso mucha gente los repudia hasta en sus propias redes sociales y ellos, los del gobierno, acuden al expediente grotesco de obligar a funcionarios y militantes de MORENA a defenderlos con frases de suyo vacías y huecas, aunque no pocos se las arreglan para no hacerlo. Se trata de una sutil rebelión en la granja.
Y el Congreso entregado, bajo la ignominia clara de ser una extensión más del ejecutivo estatal. Con sus honrosas excepciones, nunca se había visto tanta sumisión y entrega en la historia reciente del legislativo en Sinaloa. Demostrado está que ellos, la mayoría de las y los diputados, no han defendido, no han estado con el pueblo agraviado, lastimado por tanta violencia, en estos meses de la guerra imparable.
Ellos, la mayoría de las y los diputados, han defendido férreamente a quienes tienen la obligación constitucional de brindar seguridad a la sociedad y no lo han hecho. A eso se han dedicado en estas horas amargas que vive buena parte del pueblo de Sinaloa. Pero de la justicia histórica nunca escaparán. Así como escriben ahora la historia, así exactamente se leerá mañana. No hay necesidad de quitarles una sola coma.
Total que ha sido el gobierno federal quien ha tomado en sus manos el tema de la seguridad en Sinaloa y, se tiene que reconocer, ha logrado decomisos importantes pero no parar la guerra. ¿Y el gobierno del estado? En los corrillos militares es común una expresión: Que “ni picha ni cacha ni deja batear”. Con eso está dicho todo.
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