CHISPAZO

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CHISPAZO
EL RETO DE RELAJARSE EN CULIACÁN.
Felipe Guerrero Bojórquez
Cenar y beber en medio de la guerra. Vivir y convivir parte de la noche custodiados por soldados y policías. Eso apenas podría ocurrir en Culiacán. El gobierno no ofrece solucionar un conflicto de fondo, sino que la gente pierda el miedo y aprenda a relajarse bajo vigilancia. Sacudirse el estrés, darle un revés a la tensión del cuerpo y al ambiente denso de la ciudad. Tratar de «normalizar» lo anormal.

Pero «Culiacán en Movimiento», así se llama el programa, busca reactivar la vida nocturna de Culiacán y, al mismo tiempo, evitar el robo de vehículos en la zonas de esparcimiento. Desde luego es un gran reto: Que la gente confie en la convocatoria, salga y se anime a lidiar al toro.

Y qué bueno por los empresarios a los que la violencia les ha pegado duro, al grado de que, en algunos casos, se han limitado horarios de servicio y en otros definitivamente se han cerrado negocios. Por supuesto, este tipo de propuesta puede verse como un aliciente si es que la gente se anima a salir de noche, pero lo mejor sería que la guerra terminara y pronto regresara la normalidad. Pero no, la maldita realidad nos dice lo contrario. Este fin de semana fue de perros en Culiacán. Violencia de todo tipo y por todos lados.

Pero veamos primero un escenario realista de lo que pudiera ocurrir, a como están las cosas: ¿qué nos ofrece el programa «Culiacán en Movimiento»? Nos ofrece vivir una vida nocturna no exenta de riesgos, una aventura gratis en un ambiente peligroso, donde el desafío y la adrenalina estén en el centro de «la diversión», pensando siempre que de un momento a otro se pueden desatar los demonios. ¡Qué locura!

En la promoción está implícita la idea «del no pasa nada», el slogan oficial de que en Sinaloa «se vive perfectamente bien». La estrategia delimita ciertas zonas donde se ubican restaurantes y centros de diversión y donde habrá vigilancia de las fuerzas de seguridad, pero queda claro que no se garantiza la custodia por los diversos caminos de regreso en los que se puede ser asaltado, despojado del vehículo, «levantado» y agredido físicamente.

Y no se trata de pensar mal, sino de pensar real. Es que efectivamente la gente podrá recrearse hasta las 11 de la noche en una zona vigilada por las fuerzas armadas en la que quizá, por lo mismo, los malosos no se atrevan a operar sus fechorías, pero habría que pensar que al momento del retiro, ya entrada la hora cero, la custodia se diluye y las nocturnas calles se vuelven más peligrosas. Es cosa de pensarla y de aceptar o no la oferta.

¿Y a los empleados, quién los protege? Meseras(os), cantineros, intendencia, vigilantes, administrarivos, gerentes etc. Ellos se van a lo útimo, pasada la media noche. ¿Quién se encargara de cuidarlos? Que Dios los bendiga.

Pero tratemos de pensar en positivo, que para muchos puede ser más exagerado que pensar en negativo. Supongamos: El programa «Culiacán en Movimiento» tiene éxito, la ciudadanía confía en la convocatoria, las zonas de diversión elegidas se llenan de gente ansiosa de poder convivir, después de más de medio año que no lo hace. Los empresarios hacen su agosto. Nadie los molesta y el lunes temprano mandarán depositar al banco sus jugosas ganancias. Luego la clientela, bien relajada y divertida, se retira y no pasa nada en el camino de regreso; todos llegan a sus hogares sanos y salvos. Éxito completo. ¿Lo pueden creer? Ese es el punto: Creer y confiar, después del recuento de todos los acontecimientos violentos que a diario dan a conocer los medios, las redes sociales y las propias autoridades.

Y ese es el punto, porque salir de noche en una ciudad violenta es arriesgarse, es apostarle a una diversión «segura» en medio de una terrible incertidumbre; es atreverse a regresar a casa como si fueran aquellos tiempos en que el crimen organizado no se metía con la gente común y silvestre, y tampoco había crimen desorganizado como hoy, que se aprovecha de la situación. De ese tamaño es el reto de la autoridad, y de aquellos ciudadanos que a pesar de todo busquen esparcimiento, euforia etílica nocturna. ¿Lo garantiza la vigilancia policiaca-militar? Porque la invitación a divertirse, y a estar seguros, solo incluye la zona VIP. Nada más.

La intención es buena, pero habría que ver si la realidad lo permite y que poco a poco la gente y la autoridad vayan tanteando el vado, hasta cerciorarse que hay más arena que fango. Ojalá que sí, pero eso dependerá de lo efectivo no solo del operativo especial para este propósito, sino del debilitamiento estructural de los bandos en pugna, a los que no se les ve que sus fuerzas hayan menguado. Buena suerte..

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