CHISPAZO

CHISPAZO



CHISPAZO
¿DISCRIMINACIÓN O INCITACIÓN AL ODIO?
Felipe Guerrero Bojórquez
No, no es un estadounidense el que vive por una calle de la colonia Ferrocarrilera en Mazatlán, es un mazatleco que tuvo diferencias con otro mazatleco. Un vecino que le reclamó, bien o mal, a un trabajador de la construcción que no le dejara basura en la banqueta.

No fue un acto de discriminación como hizo saber la presidenta Sheinbaum y el gobernador Rubén Rocha, este último adornando sus dichos con que la ciudadanía ya despertó y que avalaba la protesta ante este hecho. Es decir, en lugar de llamar a la calma como autoridad, exacerbó más los ánimos contra este ciudadano que insistimos, mal o bien le llamó la atención a otro ciudadano.

Días atrás el vecino de la ferrocarrilera le había pedido a los albañiles que trabajan en una obra contigua, que no le tiraran basura frente a su casa, pero no obtuvo buenos resultados. De ahí vino todo. ¿Solo por ser albañil fue un acto de discriminación reclamarle que no dejara basura en la banqueta, frente a su casa?
En esta lógica ¿no sería un asunto de odio hacia una persona ir en masa a atacarlo a su casa, vandalizar su frente, insultarlo, amenazar a su familia y crear condiciones para el linchamiento? Todo justificado por un asunto de «discriminación» ,o «clasismo» según lo dicho con toda la carga ideológica por la más alta autoridad de la nación. ¡Terrible!

Lo de ayer y hoy señores gobernantes, no fue una protesta de ciudadanos contra sus administraciones fallidas, fue una reacción violenta de un grupo de personas que trabajan en esa colonia en tareas de la construcción, y que a cada momento tienen diferencias con los vecinos porque algunos de ellos tapan con sus motos las cocheras, hacen sus necesidades al aire libre, comen en las banquetas y dejan la basura desparramada. Ese es el punto.

Todo eso ocurre desde que en la colonia Ferrocarrilera empezaron a levantarse grandes edificios de departamentos y plazas. Y ahí en el negocio de la construcción sobresalen las obras del Grupo Madero y del Grupo AREH, quienes deberían instruir a sus respectivas constructoras el cumplimiento de las normas respectivas. Todo esto lo ha venido reclamando la Asociación de Vecinos, que antes vivían tranquilamente, pero que hoy el boom inmobiliario los ha invadido día y noche, creando un ambiente de inestabilidad y zozobra.

Efectivamente, los trabajadores de la construcción y los vecinos están desamparados. Los primeros porque sus patrones no les otorgan las mejores condiciones para su trabajo, y los vecinos porque no están protegidos por la normatividad que debe aplicar la autoridad municipal. A los constructores se les debe exigir que cumplan con el reglamento y que sus trabajadores no obstruyan banquetas y cocheras, que no dejen basura en las mismas. También que instalen sanitarios y que definan espacios para comedores.

Hoy el asunto llegó hasta la conferencia mañanera, donde la presidenta Claudia Sheinbaum, evidentemente desinformada, dijo que no deberían existir actos de discriminación y de clasismo, pero no habló de que eso no era razón para efectuar actos de violencia contra esa persona, su familia y su propiedad que este día amaneció pintarrajeada. Es decir, la autoridad en lugar de procurar la aplicación de la ley, ideologiza el problema e implícitamente incita a la agresión.

No, no fue una protesta contra la inseguridad y la desaparición de jóvenes que casi a diario se dan en Mazatlán. Tampoco una protesta contra la deficiencia en los servicios públicos, o por los desplazados de la sierra o por la falta de vivienda o en apoyo a las madres buscadoras. Es decir no fue una protesta legítima. Lo que se vio ahí fue un ataque contra un indefenso ciudadano a quien hubiesen matado si la policía no interviene. Un ataque contra alguien que pudo estar bien o mal al llamarle la atención a otra persona, pero cuyo conflicto debió haberse tratado en el ámbito administrativo y de barandilla.

Avalar estas conductas, significa un precedente para que cualquier diferencia entre vecinos, entre un deudor y un acreedor, un empleado y un empleador, se diriman por la fuerza de grupos de civiles enardecidos, avalados por la propia autoridad bajo el argumento «de actos de discriminación y racismo».

Hoy, ese vecino, ante las declaraciones de la presidenta Claudia Sheinbaum y del gobernador Rubén Rocha, queda totalmente indefenso en sus derechos constitucionales, porque los agresores pueden llegar en cualquier momento a su casa, a hacer y deshacer bajo el entendido que ya tienen carta abierta para agredir.
¿Y el trabajador? Tampoco es responsable de lo que está ocurriendo. Él no generó el problema. Tal vez, y con razón, se molestó por la reacción del vecino contra él, pero fue rebasado por la violencia que otros a su nombre ejercieron.

Hoy, vecinos de la colonia Ferrocarrilera, me han dicho que el residente y su familia se han tenido que esconder porque los vándalos, alentados por la propia autoridad, lo acosan día y noche, lo atacan con el ruidajo infernal de sus motos, golpean sus puertas a cada rato y hoy su frente amaneció vandalizado. ¿Qué sigue?

(Feed generated with FetchRSS)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *