
CHISPAZO
NORMALIZAR LA VIOLENCIA
Felipe Guerrero Bojórquez
Es tanta la violencia en Sinaloa, principalmente en Culiacán que, por lo que se observa, la apuesta del gobierno es que se normalice y que la sociedad acepte como natural que la Fiscalía acumule expedientes y no ofrezca resultados. Ante los hechos delictivos diarios, lo que hay es una parálisis terrible de parte de los que deberían de investigar, procurar e impartir justicia.
Pero lo peor es que, efectivamente, la gente por miedo, cansancio, hastío, prefiere mejor encerarse que organizarse y protestar. ¿Ya en Culiacán la sociedad se acostumbró a vivir entre la guerra, entre las balas, entre las noticias de desaparecidos, asesinatos, robos de autos, asaltos en la calle, robo a comercio, cierre de negocios, desempleo? ¿Y ya el gobierno le tomó la medida?.
Porque todo parece indicar que, por ahora, la prioridad del gobierno del estado, que encabeza el Dr. Rubén Rocha, es la sucesión adelantada del encargo que ostenta. Y por lo tanto lo importante para el Congreso, la Fiscalía y el Poder Judicial es acusar y juzgar por la vía más rápida al alcalde de Ahome, Gerardo Vargas, para descarrilar sus aspiraciones a la gubernatura.
Por supuesto, si alguien comete faltas debe ser sometido a la ley, pero bajo la divisa de no utilizar a las instituciones para venganzas políticas o caprichos personales. Y en este punto, a partir de que el Congreso no ha legislado o tomado acuerdos para contrarrestar la violencia, o que la Fiscalía no ha desahogado en el más mínimo porcentaje los miles de expedientes por la guerra, la pregunta es: ¿Alguien les va a creer que están muy preocupados por hacer justicia en el mayor adversario, en términos políticos, para la sucesión gubernamental? Podrán ser ciertas o no las acusaciones, pero entonces ¿qué esperan para ir tras otros alcaldes y alcaldesas cuyas cuentas públicas padecen de lo mismo que acusan a Vargas? Ahí no, porque esos ni siquiera son competencia y a parte se les acuacha.
Bueno, pues es esa la prioridad y no dar, por ejemplo, resultados en la investigación del asesinato del Maestro Héctor Melecio Cuén Ojeda, cometido hace ya ocho meses. Tampoco de los cientos de desaparecidos en Culiacán, Mazatlán y en general en todos los municipios. Ni de los cerca de mil 300 asesinatos. Para acabar pronto, el gobierno en Sinaloa, Ejecutivo, Legislativo, Poder Judicial y Fiscalía, han dado cero resultados en lo que a sus tareas corresponde de frente a la guerra que libran las dos facciones del cartel de Sinaloa. Las únicas que han dado respuestas tangibles y medibles son las instituciones federales, del ámbito de la seguridad, encabezadas por Omar García Harfuch.
Ayer, a propósito del Día del Niño, en una entrevista radiofónica una niña, muy madura en sus reflexiones, respondió que lo que más anhelaba era que la gente no llegara al grado de apreciar la violencia como normal, porque eso significaba contribuir en el crecimiento de la misma. Cierto, sería terrible que los niños crecieran en la idea de que matar, secuestrar, robar, maltratar, mentir, robar y traicionar es algo normal. Desgraciadamente, los gobernantes y los líderes de las diversas organizaciones políticas, sociales, empresariales, con su complicidad, pasividad, su conducta omisa, sus miedos y sus cobardías, están contribuyendo a ello. Ahí les hablan las niñas y los niños, hoy en su día.
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