CHISPAZO Felipe Guerrero Bojórquez

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CHISPAZO Felipe Guerrero Bojórquez
SHEINBAUM: LA FE DEL MOVIMIENTO
*En el Zócalo no habló una presidenta de todos, sino la sacerdotisa del partido que canoniza al fundador y excomulga la crítica.

Claudia Sheinbaum recorrió el país no solo para rendir sus cuentas, sino para reafirmar el dogma. No habló a la nación, habló a su feligresía: a quienes fueron convocados, transportados, pagados y uniformados para aplaudir. El gran operativo propagandístico concluyó en el Zócalo capitalino: una misa política con militantes y burócratas de toda la república, y un gasto insultante para repetir la liturgia de siempre: la pureza moral del movimiento y la maldad de todo aquel que no se arrodille ante él.

Sheinbaum no habló como presidenta de una nación plural, sino como sacerdotisa del partido. La “unidad” de la que tanto presume no es la de los mexicanos, sino la del rebaño. El mensaje fue claro: quien cuestione a López Obrador, cuestiona al Dios Padre del movimiento. Así de teocrático el nuevo evangelio de la 4T.

En su discurso, la presidente responsabilizó a los “enemigos” -esos entes invisibles que siempre acechan- de toda crítica y todo reclamo que la ciudadanía expresa en redes sociales o en las calles. Para ella, la corrupción no existe: es un invento de los adversarios; y el cuestionamiento legítimo de la gente, un complot de la derecha y los conservadores. Pedir justicia o auditoría para el gobierno anterior es, según su lógica, un acto de traición. El Estado de Derecho quedó reducido a credo partidista: creer o ser excomulgado.
Nos quieren dividir, dijo, y juró ante el Tzomplanti (altar), entre copal y exclamaciones cercanas al paroxismo, que jamás las fuerzas del mal lo lograrían y que el Tlatoani que habita en Palenque, su espíritu, podría estar seguro que seguiría gobernando. Así, sin tapujos.

El país real, sin embargo, no cabe en las cifras de quien representa en palacio el espíritu de Palenque. Habla de reducción de homicidios y de millones que salieron de la pobreza, mientras el ciudadano de a pie convive con la violencia, el cobro de piso, la extorsión, el robo, el secuestro y la canasta básica convertida en lujo. La economía del aplauso no paga los medicamentos, la tortilla ni protege la vida.

Sheinbaum ofrece dos realidades: una, la que declama entre banderas guindas; otra, la que sangra en las calles y se mete en la gente a través del miedo. Su palabra no busca convencer, sino disciplinar en la manipulación, en la polarización a través del relato de odio. En la 4T, los burócratas son militantes y los militantes burócratas. Es la estructura de los adoradores, de los privilegiados en la escalera de la pirámide donde habitan los dioses. Los chalecos guindas desdibujan la frontera entre Estado y partido, como en toda buena teocracia política. Estado y partido. Partido y Estado. No más. Aquella dictadura tricolor, hoy guinda, en su máxima expresión.
Si, el discurso de la presidente en el Zócalo no fue otra cosa más que un acto de fe. Habló desde su movimiento para su movimiento, cerrando la puerta a todo lo que no encaje en el relato sagrado. Negó la corrupción, relativizó la violencia y canonizó al fundador. López Obrador nunca ha sido un ex presidente: es un patriarca intocable, al que no se le puede investigar, sino venerar. ¡No me vengan con ese cuento de que la ley es la ley!
La presidenta jura que su causa es la honestidad. Pero entre la prédica y el acto, hay un manto de impunidad que todo lo cubre: contratos, familias, negocios, militares, sobrinos y secretarios. En la práctica, el lema de la 4T se resume así:
No robar, no mentir, no traicionar, solo aplicable para los adversarios, porque los de casa todos son honestos y puros.
Hágase Señor tu voluntad en los bueyes de mi compadre.
MINI-CHISPAZO
En la sierra de San Ignacio reina el terror y el hambre. La violencia está imparable. Hay un desplazamiento brutal. Pueblos y ranchos vacíos, abandonados; escuelas sin maestros y niños. No hay apoyo oficial. La autoridad calla y los medios oficiales obedecen con el silencio. ¡Qué pena! ¡Qué gran pena!

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