CLAUDIA: LA ENCRUCIJADA

CLAUDIA: LA ENCRUCIJADA



CLAUDIA: LA ENCRUCIJADA.
CHISPAZO
Felipe Guerrero Bojórquez.
La presidente Claudia Sheinbaum rechaza que Estados Unidos haya pedido la entrega de algún político. Es seguro que así sea. Pero la indecisión que ha mostrado ante Donald Trump, no la muestra confiable como para que le hagan este tipo de peticiones.

Y, en una condición de esta naturaleza, el imperio no pide, actúa de manera inesperada. Los gringos ya exigieron y hasta hoy no han recibido la respuesta que ellos quieren. Por eso, a partir del primero de agosto, iniciarán con la desestabilización de nuestra economía aplicando un 30% más de aranceles en lo general.

México y la presidente están en una encrucijada: O ella facilita la entrega de los narco políticos, o las fuerzas de seguridad del imperio vienen por ellos. Ni imaginar siquiera una situación como la que se enfrentaría en un México de por si ya dividido socialmente, revuelto, con violencia extrema generada por los cárteles ante un Estado débil o complaciente. A la presidenta se le cierra la pinza, imposibilitada de convocar a la unidad nacional porque, a siete años de gobierno de la 4T, han impuesto un régimen autoritario que ha destrozado a las instituciones ciudadanas y democráticas y han cerrado el diálogo con los sectores sociales y productivos.

El obradorismo de Sheinbaum, no reconoce liderazgos ni respeta puntos de vista distintos; desprecia incluso la crítica propositiva que viene de un amplio círculo de intelectuales, analistas, líderes sociales, catedráticos, científicos, artistas, deportistas, estudiantes etc. a quienes por el contrario, se les acusa de «adversarios, conservadores y aspiracionistas».

La burocracia partidista y los beneficiarios de los programas sociales son su «pueblo», y el resto son los enemigos de México y los traidores a la patria. Un lenguaje verdaderamente violento que atenta contra la integridad y dignidad de millones de mexicanos, que de un modo u otro manifiestan su rechazo al régimen o no están de acuerdo con la forma abusiva, autoritaria de tomar decisiones, que han ido en contra de la democracia y la libertad en todos los sentidos. En cambio es ya muy evidente su complacencia con el crimen organizado, por más cuentas y datos que ofrezcan en términos de estarlo combatiendo. Incluso, entre más cifras optimistas se ofrecen, más se generaliza y crece la violencia en el país.

Pero la presidente Sheinbaum no solo heredó de AMLO un poder cuasi paralelo y a la vez entremezclado con los cárteles, sino también una estructura de poder institucional construida para el odio, la división social y el control político. Igualmente el tabasqueño la dejó rodeada de sus incondicionales mujeres y hombres, quienes ahora la desobedecen, la boicotean y la atan de manos. Sheinbaum no solo es rehén de AMLO por su probable voluntad, sino en contra de la misma. Ha sido tan feroz este control que ya le hizo crisis en el enojo de la propia sociedad mexicana y en el ímpetu avasallador del imperio.

La decisión fundamental para el futuro del país está en puerta: O la presidente determina seguir de punta por este camino escabroso que le marcó AMLO, o resuelve rectificar en lo interno bajo un verdadero proceso de conciliación nacional, rompiendo con el absolutismo de suyo asfixiante de la 4T, para cerrar filas todos por el país de frente a la amenaza abierta y decidida del imperio. Claro, esto último es lo menos probable. Lo más seguro es que la terquedad enfermiza de López Obrador se siga imponiendo, hasta lograr lo que las mayorías, consientes del peligro, no quieren: La abierta invasión, de un modo u otro, de Estados Unidos.

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