La situación actual que vive el mundo en relación con la aparición del coronavirus es profundamente desconcertante.
En el mundo y a diferentes tiempos, viene sucediendo más o menos lo mismo.
Un inicio a principios del año 2020, en que aparece la enfermedad en Oriente y se disemina a Europa y, posteriormente, a América y el resto del mundo.
Las cifras de contagios y mortalidad aumentaron durante el primer semestre del año; luego, con las medidas sanitarias de distanciamiento social y uso de cubre bocas, disminuyeron; de tal forma que “el mundo” creyó que el virus ya había hecho el suficiente daño como para decidir desaparecer por iniciativa propia; lamentablemente no fue así; fue más un deseo universal que una realidad biológica.
La población sale de sus casas y empieza a realizar su vida casi de manera ordinaria; en respuesta, el número de contagios y muertes asociadas al virus, volvió a aumentar en el planeta.
Pero, ¿qué fue lo que pasó? Fue en realidad el relajamiento social lo que aumentó el número de casos de una pandemia “controlada”; o tal vez la población se hizo más vulnerable; o bien, el virus mutó y se convirtió en más mortífero.
Quizá fue una combinación de factores que aún están por comprobarse científicamente.
No perdamos de vista que es una enfermedad totalmente nueva; un año causando estragos este tipo de virus.
La ilusión de encontrar de manera rápida y confiable un tratamiento como remedio de esta enfermedad, ha quedado en eso, una ilusión.
Esto ha dado origen a un sin fin de remedios caseros que no tienen validación científica.
La espera de la vacuna será prolongada; pues habrá que ver su efectividad y durabilidad como agente protector; además de la seguridad y rango de complicaciones.
Hoy, con el paso de los meses, los sobrevivientes a la infección acuden a consulta con nuevos malestares post-covid:
Pierden el olfato, el gusto y sabor de la comida está alterado; se quejan de sordera; dolores de cabeza, fatiga y trastornos cardiacos; de la capacidad limitada de hacer ejercicio; y de su dependencia al oxígeno que fue administrado en la fase aguda de la enfermedad; ansiedad, insomnio y muchas cosas más, que tal vez descubriremos en el camino de la enfermedad, y que nos muestran que el virus afecta principalmente al pulmón, pero que ese órgano no es el único afectado.
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