Este martes, el gobierno federal dará a conocer la Política Nacional de Vacunación contra el coronavirus, un proceso en el que el canciller Marcelo Ebrard debió superar resistencias del subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, para garantizar la compra anticipada de las vacunas, por medio de seis complicadas negociaciones con fabricantes de distintas regiones del mundo.
Si todas las vacunas de los proyectos en curso son aprobadas, alcanzarían para proteger a alrededor de 117 millones de personas.
En mayo, cuando el coronavirus había matado a 400 mil personas en el mundo, el canciller Marcelo Ebrard y la subsecretaria Martha Delgado se reunieron para revisar una mala noticia: Se había dejado pasar la oportunidad de que México se uniera a la Coalición para la Innovación en la Preparación para responder a las Pandemias, un frente de países europeos, China, Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud para combatir las enfermedades infecciosas emergentes.
La razón principal era la política de austeridad que hacía imposible al gobierno mexicano entregar a la CEPI la aportación monetaria necesaria para obtener la membresía y respaldar cientos de proyectos de investigación en todo el mundo para acelerar la vacuna contra el covid-19.
Ebrard y Delgado discutieron el asunto y llegaron a la conclusión de que México debía aceptar la invitación de la CEPI para asegurar que el país recibiera las vacunas casi de manera inmediata, después de ser aprobadas, y no varios meses después, con las repercusiones lógicas en el número de personas contagiadas y muertas, y las afectaciones a la economía nacional.
Ebrard llevó el tema a Palacio Nacional y el presidente Andrés Manuel López Obrador dio luz verde para que la decisión se revirtiera y México se adhiriera a la Coalición y a otras iniciativas por medio de la inversión de alrededor de 350 millones de dólares.
Este episodio ilustra la prolongada y complicada ruta para obtener la vacuna. Todo comenzó la última semana de marzo, cuando el Presidente citó al canciller en Palacio Nacional y le pidió meterse de lleno a la estrategia de gobierno para hacer frente a la pandemia del coronavirus.
Desde ese momento el Presidente dividió las responsabilidades vinculadas a la pandemia y su contención. Nombró a Ebrard coordinador de los trabajos del gabinete para el tema del coronavirus y vocero al doctor Hugo López Gatell.
El domingo 29 de marzo, cuando el Presidente estaba de gira en Sinaloa, Ebrard presidió en el Centro Hospitalario del Estado Mayor Presidencial la primera reunión de la coordinación con los secretarios de la Defensa, Gobernación, Salud, Economía y Hacienda, y el titular del Seguro Social, entre otros.
En la junta se hizo una revisión extensa sobre los suministros de medicamentos, ventiladores y mascarillas. Cada funcionario recibió una instrucción precisa, con tiempos delimitados para echar a andar un plan de trabajo.
Después de esa reunión, el canciller Ebrard determinó que la primera necesidad era el abasto de ventiladores y tomó dos rutas para satisfacerla. Propuso al Presidente llamar a los Presidentes de Estados Unidos y China y en abril diseñó con Aeroméxico el puente aéreo que permitió traer de ambos países unos 2.200 aparatos.
Unos días después, Ebrard convocó a una reunión a funcionarios de la Secretaría de Salud y del Consejo de Ciencia y Tecnología y les propuso trabajar en la fabricación de ventiladores mexicanos. Después llamó a los empresarios dueños de Femsa, Metalsa y Bocar y los convocó a unirse a la iniciativa, que unos meses más tarde logró la manufactura de 200 unidades.
“Para avanzar en esta ruta complicada ha resultado clave un punto de vista pragmático y no ideológico”, dijo la subsecretaria Delgado, quien por encargo de Ebrard ha conducido las negociaciones para obtener la vacuna de un extenso portafolios de proveedores. “Estamos exhaustos, pero han valido la pena las intensas negociaciones y todos los esfuerzos para encaminar una agenda interna determinada por otras prioridades”.
La subsecretaria Delgado tiene en curso seis negociaciones que abarcan casi dos mil millones de dosis.
“La batalla y el desgaste más intenso, sostiene, ha sido dar los pasos necesarios para garantizar el acceso de las dosis en México. Al sector Salud le dijimos que no podíamos esperar a tener garantías y certezas sobre las vacunas. Es importante la visión científica, pero también una visión de Estado”.
FS