“Lo que no se mide no se puede mejorar”. Muchos de nosotros habremos escuchado esta frase del físico William Thompson Kevin, para explicar la importancia de tener indicadores en la ciencia, y en función de éstos desarrollar programas.
Los Censos de población no son algo novedoso, ya que los primeros registros aparecen en el año 509 A.C. donde se funda la Primera República Romana, delimitando los poderes de la Monarquía, es decir que se da poder a la información por encima de las percepciones, de los entonces dueños de verdad.
Cuando se está en el poder resulta fácil hacer aseveraciones en función de su propio conocimiento; pero, para tomar las mejores decisiones, es importante contar con información veraz y fidedigna generada por un organismo libre y autónomo.
Los Censos no son algo nuevo en nuestro país, se tienen registros de la Época Prehispánica, precisamente en el año 1116.
De acuerdo a los códices, para que una persona fuera “contada” debía tirar una piedra en un montón al que llamaron “Nepohualco”, que significa “Contadero”.
En el Censo poblacional se busca contar cada uno de los hogares que existen y el total de personas que viven en el país.
Realizar esto es una labor titánica, ya que su cobertura alcanza a los 2 millones de kilómetros cuadrados que tenemos, con todas sus áreas rurales y urbanas. Es un esfuerzo muy complejo que se vio agravado por la pandemia del COVID-19.
Aquí podemos preguntar: ¿es necesario realizar un esfuerzo tan grande para poder medir a la población?, mi respuesta es:
¡Claro que sí!, el no contar con información fidedigna nos puede hacer caer en suposiciones que no son del todo correctas; si la información y los datos mandan, muy probablemente dejaremos fuera muchas presunciones y crearemos una realidad quizá equivocada.
¿Cuál es nuestra realidad en Torreón, al día de hoy, derivada del Censo?, la realidad es que cada día somos menos, mientras que el crecimiento de la capital del estado de Coahuila, Saltillo fue de 1990 al 2000 de 31 por ciento; del 2000 al 2010 del 25 por ciento; y del 2010 al 2020 del 21 por ciento.
En Torreón, en los mismos periodos de crecimiento fueron: del 1990 al 2000, del 14 por ciento; tuvimos un repunte importante del 2000 al 2010 del 21 por ciento y en este último Censo, en la comparativa del 2010 al 2000 sólo crecimos un 13 por ciento de la población.
¿A qué se debe este estancamiento en el crecimiento poblacional? Precisamente, ese es el trabajo de nuestros gobernantes, preguntarse las razones y establecer políticas públicas para contrarrestar esta tendencia y traer de nuevo la dinámica que ya sabemos que podemos tener como lo hicimos del 2000 al 2010.
Crisis de inseguridad en los primeros años de la década, falta de inversiones y empleos, nuevas formas de establecer familias, migración… cualquiera de estos aspectos pueden ser las razones del comportamiento poblacional.
Identificando la raíz del problema podemos trazar la línea a seguir para llevar a Torreón a otro nivel, el nivel que todos nos merecemos.