
DE LA PRESIDENTA ACORRALADA A LA PRESIDENTA LIBERADA.
CHISPAZO
Felipe Guerrero Bojórquez
Si algo en su fuero interno tiene convencida a la presidenta Claudia Sheinbaum, es que la elección del Poder Judicial fue un fracaso y que en los estados donde hubo elecciones devino en un fuerte retroceso de la marca MORENA. Una cosa es tratar de convencer a la gente de lo contrario y otra lo es la realidad inocultable. Ella lo sabe…Y lo sabe muy bien.
Culpar a la oposición de boicot y de trampas en los estados donde el partido oficial perdió posiciones, es un discurso que ha nadie convence, ni a sus propias huestes y, al mismo tiempo, ofrece signos de agotamiento temprano del régimen.
Si a alguien hay que responsabilizar de este fracaso es a MORENA misma, porque en el pecado del desaseo llevó la penitencia. El comportamiento como partido de Estado fue tan burdo que la gente prefirió no participar, para no avalar el atascadero en el que se convirtió el proceso antes, durante y después de los comicios.
Sin embargo, aunque fueron al mismo tiempo, en las elecciones de Durango y Veracruz, los electores sí salieron a las urnas y en gran medida, igualmente, no le respondieron a MORENA.
¿Qué significa todo ello? Significa que la presidenta Claudia Sheinbaum no salió bien evaluada porque no tiene el control de las estructuras de su partido y de la mayoría de los gobernadores, que creen quedar bien con el expresidente López Obrador no haciendo caso a la mandataria. Incluso jugándole las contras para que no sea ella la que decida plenamente las candidaturas para el 2027. Eso fue lo que heredó: Un pesado fardo que le hace mella y al que le ha sido difícil hacer a un lado.
Por eso, ante la crisis prematura que padece la marca MORENA con Andy López y María Luisa Alcalde a la cabeza; con los fieles representantes de AMLO en el Senado y la Cámara de diputados, Adán Augusto López y Ricardo Monreal; con gobernadores acusados de tener ligas con el narco con la bendición del macuspano; con gobernadores dictatoriales como Alejandro Armenta de Puebla; con gobernadoras repudiadas como Marina del Pilar de Baja California, Layda Sansores de Campeche, Rocío Nahle en Veracruz y Evelyn Salgado de Guerrero; con el radical de Fernández Noroña incendiando el Senado; con la irrespetuosa
Senadora Andrea Chávez que le hace más caso a Adán Augusto, y con los hijos de AMLO metiendo sus narices en todo. Por todos ellos y ellas, la presidenta formal Claudia Sheinbaum no se ha podido convertir en presidenta real.
¿Y podrá romper ese cerco de quienes, dentro de su movimiento, la consideran una más porque quien realmente manda es López Obrador? Supongamos que es la figura del expresidente la que aún le da sentido a la Cuarta Transformación, pero ¿acaso no es Claudia Sheinbaum, como jefa del Estado mexicano, el eje de la representación constitucional y de este movimiento como para que se la brinquen? Si la presidenta no se impone y desmantela la burbuja que no le ha permitido gobernar plenamente, entonces es probable que el 2027 se repitan, en mayor grado, los resultados del proceso electoral pasado, considerado por los analistas como un ensayo de lo que podría ocurrir en el futuro inmediato.
Más allá de que el expresidente AMLO sea o no el poder tras el trono, o de que algunos estimen erróneamente una ruptura de la presidenta con él, lo cierto es que las corrientes internas de MORENA viven ya en la rebatiña y en el desgaste prematuro de la otrora credibilidad ciudadana. Antes, podían proponer un gato, perro, vaca o verdaderos desconocidos e ignorantes como candidatos y ganaban, pero hoy saben que el mono debe ofrecer capacidad y convencimiento hacia la gente. Ya no será igual. Ya los ciudadanos saben que estos pintos salieron más pintos que los otros pintos. Basta observar las encuestas del mes de mayo de varias firmas de prestigio, que miden la aceptación de la presidenta, donde si bien es cierto en el promedio general está arriba del siete de calificación sin llegar al ocho, en 15 estados del país la cifra oscila entre seis y menos siete puntos. Y en el caso de Sinaloa su popularidad se va hasta el sótano con el 5.9 por ciento. Pero esto último es un tema que en otra ocasión próxima abordaremos.
¿Se animará la presidenta a desmantelar al grupo que no le ha permitido gobernar plenamente? Ella tiene un aliado de todas sus confianzas, quien conoce las entrañas mismas de sus integrantes. Se llama Omar García Harfuch y será clave en las próximas decisiones para desbaratar la mafia anti Sheinbaum y, al mismo tiempo, estructurar las nuevas fuerzas que tomen el control de las decisiones rumbo al 2027. Si la presidenta no lo hace y deja a la deriva el barco, entonces, con mayor razón, su segundo periodo podría marcar la debacle de la llamada Cuarta Transformación.
Por lo pronto entre lo que queda de este año y durante el 2026, el poderoso Secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, de la mano con las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, reventará a varios que ahora le siguen haciendo al vivo. Y de esta serie muy pronto empezaremos a ver los primeros capítulos. Ya iniciaron los primeros avisos.
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