Millones de muertos en el mundo y millones más enfermos; sistemas de salud colapsados; distancia social, cubrebocas y crisis económica. Los gobiernos, todos, a la espera de que la ciencia y la tecnología pudieran traer una luz de esperanza… y la ciencia lo hizo. La extraordinariamente rápida respuesta de los científicos para desarrollar una vacuna tiene ahora como reto principal la logística de cómo aplicarla a más de 7 mil millones de seres humanos.
En ese reto, los gobiernos de todo el mundo están buscando hacer frente a la más grande cruzada por la sanidad que haya enfrentado el mundo moderno. Cada país, desde la compra de vacunas hasta su distribución, enfrentará el juicio de ciudadanos que no aceptan la “nueva normalidad”; el de aquellos que han perdido seres queridos; quienes han visto morir a sus familiares en su casa; aquellos cuya búsqueda de oxígeno se traduce en una odisea; los que se quedaron sin trabajo y se la tienen que rifar en la calle, o los adultos mayores entre la zozobra y el miedo a morir.
Todos, hasta quienes rechazan el uso de las vacunas tenemos esperanza de que el mundo vuelva a ser el de antes lo más pronto posible, por eso, los esfuerzos de los gobiernos no admiten demora, demagogia, simulación o aprovechamiento político. En México, luego de la llegada de las primeras vacunas, se han aplicado ya más de 500 mil dosis a los trabajadores de primera línea en el sector salud. Celebró profundamente que servidores públicos que han sacrificado tanto sean los primeros en recibir la inmunización, máxime cuando nuestro país es el número uno en muertes de médicos y enfermeras.
No obstante, la estrategia del gobierno y sus esfuerzos parecieran aún insuficientes; en esta tarea necesitamos que todos los sectores sociales participen activamente en esta cruzada. Si bien es loable un esquema de vacunación universal y gratuito, la realidad nos obliga a pensar cuáles son las mejores alternativas para que entre todos solucionemos la urgencia a volver a trabajar y producir a máxima capacidad. México, con una de las tasas de mortalidad más altas del mundo, con una curva exponencial de casos y una de las crisis económicas más fuertes, necesita urgentemente una salida que garantice que pronto podrán existir condiciones para neutralizar la crisis.
Por ello, los esfuerzos de la iniciativa privada y sus propuestas deben ser tomados en cuenta; no se deben desechar iniciativas que han venido incluso desde gobierno municipales; Huixquilucan anunció tener recursos para comprar vacunas y solicitó al gobierno federal permiso para adquirirlas. El municipio mexiquense tiene ya un ultra congelador que puede almacenar hasta 75 mil vacunas, por lo que lo esfuerzos locales, cómo está sucediendo en el mundo, serán la diferencia en tiempo para lograr la monumental hazaña.
La vacuna es una gran luz al final del túnel, encendida por la ciencia, pero el trayecto hacía el final de ese túnel se recorre con políticas públicas certeras y recursos y estrategias que pondrán a prueba a los gobiernos, y no serán pocos en el mundo los que pierdan el poder por fallar en esta tarea. Por eso la vacuna significa supervivencia para los ciudadanos, y también para los gobiernos.