Derribar la discriminación, no las estatuas


fActivistas bolivianas colocaron el 12 de octubre una falda tradicional de las mujeres andinas a la estatua de la reina Isabel La Católica en la plaza que lleva su nombre en La Paz, durante una manifestación en el aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América. Complementaron el atavío con un sombrero típico boliviano y un “aguayo”, que es una manta de lana tradicional con la que las mujeres andinas o “cholas” cargan a sus bebés en la espalda.

Si bien esta forma de protesta fue para reivindicar la existencia previa a la denominada Conquista de sociedades conformadas, y a manifestar el repudio ante los abusos cometidos contra los habitantes originales por parte de los españoles, también hubo un enfoque de género en ella.

De acuerdo con una de las manifestantes, uno de los mensajes que se buscaba posicionar era el de que cada mujer es libre de violencia, de maltrato, de pobreza, etcétera.

“Nos dicen birlochas, indias, cholas, putas. Ahora estaba pasando un señor (por la plaza) que nos decía ‘ratas de la sociedad’. Pues estas ratas estamos luchando por un futuro mejor” (AFP 13/10/2020).

Esta situación no difiere en México. A pesar de las protestas en contra del supuesto genocidio de los españoles, la condición de la población indígena en los 200 años de vida independiente de México no ha variado.

La población global de mujeres indígenas asciende a 186 millones. En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, esa comunidad asciende a 12 millones, siendo 10.1 por ciento de la población total. Entre ellos seis millones 146 mil 479 son mujeres (51.1%).

Si ser mujer en México incrementa la posibilidad de vivir en pobreza, ésta se acentúa si es indígena, habitante de una zona rural y menor de edad. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, esa es la población mexicana con las peores condiciones económicas y sociales en México (10 años de medición de pobreza México 2008-2018, Coneval).

En términos de violencia, el panorama es similar. Para Neil Arias, defensora de derechos humanos en el municipio de Tlapa, en la región de la Montaña de Guerrero, si bien ha sido el año en que se dice que las feministas han tomado las calles contra la violencia de género, en las comunidades indígenas es totalmente diferente.

Para las mujeres indígenas no ha cambiado nada. Un gran número de ellas solo habla su lengua originaria, lo que las imposibilita en denunciar agresiones ante las autoridades pues carecen de intérpretes en los Ministerios Públicos y éstos tampoco atienden con perspectiva de género (Reporte Índigo, 02/10/2020).

No obstante, para la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos es importante que si bien la condición de mujer e indígena implica una superposición de varias capas de discriminación –la interseccionalidad–, lo cual genera una forma de discriminación agravada y potenciada, hay que entender a las mujeres indígenas como sujetos de derecho y no simplemente como víctimas.

Toca a la sociedad actual y no a la española hacer el cambio. Quitando estatuas no lograremos mucho.

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* Maestra en Artes y doctora en Educación. Coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe UANL.

@saraiarriozola



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