Hace diez años decidí emigrar de mi México querido y empezar una nueva vida en Israel con el pretexto de una maestría. Durante el camino, me he encontrado con grandes diferencias culturales, sociales, políticas y económicas de mi lugar de origen.
¡Qué ingenuo fui!, cómo pude pretender que, viniendo de México, un país por el que se nos conoce por ser amigables desde el primer momento, donde tenemos una cultura de tomarnos las cosas a la ligera e incluso saludar de beso sin conocer a la persona que te acaban de presentar, aquí en casi su totalidad, es opuesto a lo que creemos y el comportamiento cultural es totalmente diferente con una mezcla de modos entre occidente y oriente, en donde la mayoría de las veces si no gritas o negocias, las cosas no suceden. Nunca calculé que cosas tan simples aquí no lo son y eso es precisamente de lo que compartiré con ustedes, javerim (amigos).
Partamos de la base, en Israel viven tres religiones: judía, musulmana y cristiana. Asimismo, también hay unas pequeñas minorías, sobre todo drusos y beduinos. En este punto se entiende las fusiones de ideas, tradiciones y modos que imperan en el país y, si me preguntan, realmente el modo de actuar es de acuerdo a la situación que se te presente. Es decir, no hay una guía de supervivencia y tienes que actuar según tus sentidos y el callo que uno va agarrando.
Un día puedes entrar a una tienda y verás que por lo general no existen los precios marcados (excepto supermercados, tiendas de electrónica, departamentales grandes y algunos restaurantes de acuerdo a donde te encuentres). El proceso es simple, después de ver lo que te interesa, preguntarás al encargado cuánto es el costo. De inmediato se tomará algunos segundos de titubeo pensando el precio que encaje contigo. La mayoría de las veces el precio no es lo que uno quiere y tienes que pelear un poco para sacarle el precio, inclusive hay ocasiones en que tienes que usar las siguientes técnicas de negociación
- Decir que vienes de la tienda de enfrente y que ahí está más barato
- Mostrarle un comparativo de precios en internet
- Pelear por pelear, incluso el uso de gritos, pero nunca faltando el respeto
Igual siempre he dicho que el verdadero problema y dolor de conciencia es que saliendo de la tienda con tu compra, realmente te preguntas si lo compraste a buen precio o te vieron la cara.
Algo simpático es que muchas veces si compras en el mercado árabe, después de la discusión y peleas por un precio justo, puede ocurrir que te “regalen” cosas extras y si eres un afortunado de la vida cuya negociación causó simpatía, puedes ser invitado a sentarte a fumar un narguile y tomar café turco.
Otra característica interesante del israelí es que le encanta meterse en los asuntos de los demás. Aquí no existe la vergüenza y si te agarran confianza te preguntaran absolutamente todo lo que en México no hablaríamos y menos con un desconocido que espera con nosotros en una fila en algún trámite burocrático. Todo comienza con un simple ¿Me podrías dar tu hora? Y eso puede derivar en las siguientes preguntas:
¿De dónde es tu acento? ¿De qué trabajas? ¿Cuánto ganas? ¿Cuánto pagas de renta? ¿Estarías interesado en ir a una clase de Biblia? ¿Estás soltero? (esta última es capciosa por que puede tenerte en la mira como pretendiente de la hija de la vecina).
Ante el interrogatorio y tu estado de ánimo de ese momento cuentas con varias opciones:
- Continuar la plática, probándote a ti mismo hasta dónde puedes llegar
- Comenzar a interrogarlo a él también y ver quién gana en hacer el momento más incómodo para el otro
- Ser un poco descortés y decir que sólo estás esperando en la fila y que no te interesa conversar (y esta actitud no es ser grosero aquí)
En fin, con el paso del tiempo, de muchas frustraciones y aprendizajes culturales, entendí que en Roma uno debe de comportarse como romano, pero en Israel realmente uno tiene que improvisar, tener paciencia y esperar lo mejor