Historia del cerco de Lisboa y el “no” del corrector


Regrese a releer los libros que han significado algo o mucho para mí. Tiempo de resguardo, tiempo de volver a encontrar y recordar aquello que “una vez fue”. 

 Uno de esos libros fue Historia del cerco de Lisboa de José Saramago. ( Seix Barral- Biblioteca Breve, 1990, Barcelona).

En la primera página aparece en tinta y con mi letra mi nombre y la fecha 1992. 

 La memoria traicionera me recuerda que en ese entonces yo daba clases de literatura en la Ibero Laguna o quizá no. 

Saramago llegó a mí por Gloria Prado que impartía una clase a los estudiantes de maestría en Letras Modernas. 

 Desde el primer momento la “Historia del cerco de Lisboa” me atrapó y ya nunca pude dejar a Saramago.

Los que hemos trabajado en la edición de libros conocemos esta tarea maravillosa e ingrata. 

 Primero el libro tiene que ser aceptado por la editorial, una vez aceptado sigue un proceso: el editor revisa el texto del autor, lo corrige, se ponen de acuerdo el autor y editor en lo que debe o no debe aparecer. 

Después el corrector de estilo revisa la sintaxis, la ortografía o cualquier otro error para dar paso el diseñador editorial que con su ojo artístico trabaja en el diseño, una vez hecho el mismo y convertido en PDF regresa al editor, corrector y autor para la última leída para que no se vaya ningún error. Aún así hay duendes que se meten y sale algún gazapo.

En la novela de Saramago hay un corrector que se llama Raimundo Silva, su trabajo es revisar la Historia del cerco de Lisboa donde el autor afirma que los cruzados ayudaron al rey portugués Don Alfredo de Henriques para recuperar después de muchas décadas la ciudad en poder de los moros. 

En un acto de osadía nuestro personaje cambia un “Si” por un “No”.

Y con ese No la novela da un giro inesperado. 

 El “No” de los cruzados al dejar sólo al rey tiene otro sentido, no sólo para Portugal sino Europa. ¿Cómo sería la historia de Europa si los cruzados no hubieran ayudado al rey?.

El “No”, ese acto de rebeldía de Raimundo que le va a cambiar su vida. 

Los cercos son varios: el de Lisboa, el de Raimundo que no tiene relación con sus compañeros, ni con nadie y el cerco de la soledad. 

 Su jefa María Sara lo reta para que escriba la “otra historia” la del “no”. 

El reto provoca que Raimundo se apasione con el tema y escriba una historia alterna del cerco de Lisboa y al mismo tiempo viva y experimente el “otro cerco” el de su romance con María.

Raimundo asume el reto de ser escritor y cada página que escribe lo confronta con la realidad. 

 Ya no es el corrector que no tiene responsabilidad por lo escrito, ahora es autor que se pregunta por la historia de su país, lo que fue y lo que es.

Al final de la novela Raimundo termina su texto alterno compartiendo la cama con María en un momento en que las dos almas se encuentran y el cerco de la soledad se derrumba. 

 Saramago logra su cometido cualquier lector ama esta obra y sus cercos que se derrumban.



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *