Para entender qué tan grande fue la caída de Morena en Hidalgo de 2018 a la fecha basta ver las cifras electorales y realizar un simple contraste.
En 2018 cuando se eligieron a los diputados locales en Hidalgo, Morena obtuvo 606 mil 754 votos en los 17 distritos locales; el domingo pasado, el partido del Presidente apenas sacó en solitario 105 mil 543 votos, de acuerdo con los resultados preliminares.
Una pérdida de cerca de medio millón de votos, solo en los municipios y las cabeceras distritales, lo que debe prender no solo las alarmas políticas morenistas, sino que obliga a hacer cambios de forma urgente.
El respetar a cabalidad sus procesos internos, burocráticos y de clase de filosofía de la Facultad de 1981, provocó que Morena no pudiera contar con una dirigencia sólida y que diera certeza a toda esa población y militancia que se sumó a la ola obradorista hace dos años.
Se sabía que para este año no estaría AMLO en las boletas, que no se contaría con su figura para las campañas, pero gran detalles, es el Presidente de México.
¿Cómo es que en dos años los morenistas de Hidalgo echaron a perder el voto duro que tenían y cómo es que ni la imagen pública de López Obrador les ayudó desde la propia Presidencia?
Parece que no solo hicieron todo lo posible por perder en las elecciones municipales, sino que se encargaron de enterrar el proyecto que veían para la sucesión estatal en 2022.
Sí, con lo obtenido el domingo, Morena Hidalgo no puede aspirar a mucho en la renovación del Congreso local el siguiente año, y mucho menos pretender que pueden ser un competidor real para la gubernatura en 2022.
En los próximos dos años, Morena debe trabajar en Hidalgo por establecerse como partido político tradicional con una estructura real y con funcionarios partidistas verdaderos, que sigan un plan y una ruta de trabajo y quizá puedan ser competitivos para 2024.
twitter: @laloflu