CHISPAZO
MÉXICO, ESTADOS UNIDOS Y EL ESPEJO DE VENEZUELA.
Felipe Guerrero Bojórquez
México no sería Venezuela. Y no lo sería si los mexicanos se ven en el espejo de ese país, y se atreven a oponerse a un seguro desastre si la 4T se empeña en militarizar y controlar de manera absoluta los poderes del Estado, tal y como ocurre en ese y otros regímenes autoritarios.
Pero donde no hay duda es que, ante una amenaza de esta naturaleza, los Estados Unidos reaccionarían de inmediato, no precisamente por amor a México, sino por amor a sus intereses. Venezualizar a México, a parte del desastre económico y social, equivaldría para los gringos tener prácticamente en su territorio a los rusos y a los chinos.
No es la misma que EU tenga a Venezuela a una distancia de 2 mil 192 kilómetros, o a Cuba con 400 kilómetros y de por medio el mar, que a México dividido solo por un cerco. Habría que imaginar lo que esa condición representaría en términos de seguridad nacional para nuestros vecinos del norte. Y habría que imaginar lo que significaría para nosotros. Por supuesto no quisieramos a un México tan cerca de Venezuela y tan lejos de nuestra libertad, justicia y democracia.
¿Qué tanto el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se convirtió en una verdadera amenaza para los gringos? No mientras el régimen se mantuviera dentro de las reglas del neoliberalismo y el Tratado del Libre Comercio para América del Norte. Cierto, más allá del discurso de primeros los pobres, a los que se empobreció más, el obradorismo funcionó exactamente igual o peor que sus antecesores.
No solo no disminuyó la pobreza y la corrupción, sino que redujo drásticamente los standard heredados en cuanto atención educativa, salud y falta de apoyo a los sectores productivos primarios. Si a alguien apoyó el régimen de AMLO fue a los grandes empresarios mexicanos a los que no tocó, salvo uno o dos, y a las entidades transnacionales que participaron activamente como proveedoras en la construcción del Tren Maya, de la Refinería Dos Bocas y del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.
Sin embargo, al final del sexenio, luego de los resultados del proceso electoral que nadie, ni los gringos, esperaban tan apabullantes, reaparecieron y se reforzaron las líneas estatistas del modelo obradorista al grado de pretender el control absoluto del Poder Legislativo, tratando de imponer la sobrerrepresentación electoral, y del Poder Judicial cuyos integrantes serían electos mediante voto popular. Todo ello además de proponer la desaparición de los llamados órganos autónomos.
Esto último, mas el recrudecimiento de la violencia, la migración y el tráfico de fentanilo hacia EU, la injerencia en la mayoría de los estados del crimen organizado, con evidente complacencia del gobierno federal, alertó de sobremanera al más alto nivel de Washington.
Mientras que en México se vive una crisis de inseguridad y de autoridad en estados y municipios donde el control lo tienen los delincuentes, Estados Unidos se encuentra en un proceso electoral ya en marcha, donde los temas centrales en la agenda del y la candidata son precisamente lo que ocurre en nuestro país al que, en el caso de Donald Trump, conceptúa como un narco-Estado. Por eso lo que el gobierno de Joe Biden tolere hoy de lo que ocurre en México, jugará en contra de Kamala Harris y a favor de Trump. Eso explica porqué, en el caso de la detención o entrega de «El Mayo» Zambada y Joaquín Guzmán López, Estados Unidos ha evidenciado mundialmente su desconfianza al gobierno de López Obrador y enviado la señal de que, a estas alturas, no ocupa de su colaboración para atrapar a los delincuentes que amenazan su seguridad nacional.
La captura o entrega de los líderes del Cartel de Sinaloa, es un aviso de los gringos de que ya no les interesa tomar en cuenta a AMLO, a alguien sobre el que pesa la sospecha de que siempre ha protegido a los criminales y que además, por lo mismo, no pocas veces injurió a la DEA, al FBI y a los servicios de seguridad nacional; un aviso clarísimo de que están decididos a endurecer su postura de frente a temas como los cárteles, la violencia, la migración, el fentanilo y lo que para ellos significa democracia y libertad. Es decir, dispuestos a no tener como vecino a un país que se encamina hacia un régimen totalitario al igual que Venezuela, a cuyo gobierno y presidente, Nicolás Maduro, prácticamente ya desconocieron.
Estados Unidos, en los hechos, también ya desconoció a López Obrador, pero la pregunta es si Claudia Sheinbaum se está preparando para enfrentar las presiones de los vecinos, empezando por la posibilidad de que a raíz de los testimonios de «El Mayo» Zambada y el «Chapito», abran juicios contra algunos funcionarios del régimen, gobernadores y líderes morenistas, incluyendo al propio López Obrador.
Queda claro que el gobierno de Estados Unidos ya no le proporcionará a AMLO información que tenga que ver con su seguridad nacional y que, por lo contrario, en la medida que avance su proceso electoral seguirá presionando al gobierno mexicano.
Claudia Sheinbaum en tanto dice que no traicionará a AMLO. No se trata de eso. Se trata de que no traicione a México con esos «abrazos y no balazos» que paradójicamente han costado muchas vidas. También se trata de reconocer, y combatir, el control que ha establecido el crimen organizado en muchos estados del país; se trata pues de que no se ponga más en riesgo a los mexicanos : Ni con intentonas autoritarias ni dando pretexto a los gringos para su intervención en la verdadera soberanía de México. Menos si gana Donald Trump la presidencia de Estados Unidos. ¡Ay nanita!
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