La ética en el servicio público en seguridad


Memoria de Jesús Flores, servidor público ejemplar

Este pasado lunes 19 de octubre se cumplieron los 50 años de la muerte del General Lázaro Cárdenas, sin la menor duda: uno de los ejemplos más notables de la ética en el servicio público en toda la historia de la Nación mexicana.

El 20 de noviembre de 1939, un año antes de concluir su mandato, el General Lázaro Cárdenas escribió en su Diario:

“He podido conocer el verdadero fondo moral de muchos servidores públicos al observar en sus semblantes el disgusto que les causa la demanda de auxilio o de justicia de las gentes pobres. Entonces pienso más en la tragedia interminable de nuestro propio pueblo”.

Hoy en Jalisco: si hay un punto urgente e impostergable en el proceso de la Refundación, (además de resarcir ya la deuda histórica con los pueblos originarios, anteriores a la existencia de nuestro Estado), es precisamente la ética de la institución responsable de garantizar la seguridad integral de las personas que habitan o visitan Jalisco.

Esa ética de principio dimana necesariamente de la autoridad civil, electa y constituida de origen por la decisión ciudadana, y que conforma bajo sus directrices el cuerpo policial, armado y uniformado con ese único propósito: la salvaguarda y seguridad y los derechos de todas, todas las personas, o sea: la seguridad poblacional.

En ocasiones, incluso los integrantes de los cuerpos policiacos resultan, en la práctica, lastimados en sus derechos elementales, incluidos sus derechos laborales.

Los integrantes de los cuerpos de la seguridad pública deben prioritariamente ser instruidos, con toda claridad y precisión, que ellos no son vehículos blindados de valores bancarios.

Que tienen una tarea central: la tutela de toda la población y el pleno respeto a los derechos de todas las personas. Ni más ni menos.

Ahora bien: esa obligación de ética pública comienza por la directiva civil de toda sociedad democrática. Por ahí hay que empezar.

Si vivimos en una república con los principios éticos de toda convivencia democrática: de libertad, igualdad y fraternidad, que son los centrales en toda convivencia humana civilizada, entonces resulta necesario que Jalisco sea refundado dejando atrás la mentalidad virreinal, aclarando de una vez por todas: que no somos virreyitos y virreinitas; y que los ciudadanos y pobladores no son súbditos obligados a callar y obedecer.

Por eso, el primer acercamiento que cualquier miembro de los cuerpos de seguridad pública tenga hacia cualquier persona civil, hombre o mujer, niña o niño, debe ser: “estoy para tutelar todos tus derechos, y los derechos de todos”. Incluso con cualquier presunto delincuente.

Esa es la base del orden público; no al revés.

Los policías no están para cuidar el orden público. Están para cuidar que se respeten los derechos de todos. Así es como llega el orden público.

Conclusión: La auténtica refundación de un Estado libre y soberano es dejar atrás de una vez cualquier actitud virreinal de los servidores públicos. Esa será la mejor garantía para la seguridad poblacional.

egaraiz@gmail.com



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *