La pirámide de los traidores


Sigue el desfile de traidores: la justicia mediática de la 4T —o sea, la calculada exhibición pública de los infractores solapados anteriormente por el maligno neoliberalismo para que el pueblo soberano les dicte ahora anticipada sentencia de culpabilidad— persigue primeramente a los sospechosos para endosarles tremebundas acusaciones, los somete luego a las sevicias de los inquisidores de turno y, al final, cuando ya están lo debidamente ablandados (miren ustedes a Rosario Robles, que hasta hace unos días se resistía todavía a formar parte de la caterva de soplones que necesita el régimen para proseguir su cruzada purificadora y que, vencida por las durezas de su arbitraria detención, se muestra dispuesta a cooperar) les ofrece la salvadora disyuntiva de denunciar a sus antiguos jefes, de sacar todos los trapitos al sol y de revelar las oscuras maniobras maquinadas por los socios del momento para obtener una muy oportuna y benéfica reducción de las penas merecidas o, llegado el caso, para volver tranquilamente a casa en su nueva condición de justicieros al servicio del régimen.

Ya vimos al primer traidor de la lista, a ese Emilio Lozoya que traficaba con contratos y que hasta fijaba tarifas para otorgar una cita con su augusta persona en la torre Pemex, plenamente dispuesto a embarrar a sus amigos, a sus cómplices y a sus mismísimos benefactores. No sabemos, bien a bien, cómo vive sus días el hombre en estos instantes ni qué es lo que haya podido negociar con los acusadores para seguir asegurando su disfrutable bienestar personal, pero el antiguo mandamás de la “empresa de todos los mexicanos” parece ser la primera pieza en la rentable estrategia de acabar con la corrupción de antes (mientras que la de ahora sigue a todo tren).

Rosario sería la siguiente en el banquillo de los denunciantes, aunque su segundón —otro tal ‘Emilio’, de apellido ‘Zebadúa’— se ha olvidado de cualquier lealtad y del más mínimo agradecimiento para aportarles, los sabuesos encargados de las persecuciones, los más comprometedores datos y las más oportunas denuncias.

El tercero en la mira de los diligentes inquisidores de la 4T sería Luis Videgaray, ni más ni menos.

Luego de él, ¿quién sigue?

revueltas@mac.com



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *