Médicos y ciudadanos ante el Covid-19


He tenido la fortuna de conocer y ser atendido por excelentes médicos, de esos que hacen efectivo el juramento hipocrático, que viven con pasión el ejercicio de su carrera, que de verdad salvan vidas y honran su profesión. 

La situación que vivimos en México y en el mundo, ha puesto de manifiesto la valía de esos profesionistas que han estado en la primera línea de batalla frente al Covid-19.

Muchos de ellos han perdido la vida, otros más se han contagiado y salido adelante y, afortunadamente, un número importante han salido bien librados.

Dedico esta columna, como profesor, de profesionista a profesionista, a todos los médicos que, el pasado 23 de octubre debieron haber festejado su día. Tal vez no estamos para festejar, pero sí para hacer sentir el reconocimiento, el aprecio, la valoración, a esos profesionales de la medicina que han jugado un papel fundamental enfrentando la pandemia que tantas vidas ha cobrado. El Día del Médico fue instituido gracias a la labor y gestión del Dr. Valentín Gómez Farías, al inaugurarse el Establecimiento de Ciencias Médicas en la Ciudad de México, que después se integró a la UNAM.

Debo señalar que a la riesgosa labor de los médicos, la ciudadanía no ha sabido corresponder. 

Ya he dicho antes que estoy de acuerdo con casi todo lo que dice el Presidente de la República, y que defiendo el Proyecto de Nación que plantea, pero como ciudadano con criterio propio, con capacidad de discernimiento y de crítica, no comparto el criterio presidencial respecto a que “el pueblo” se ha portado bien frente a la crisis sanitaria o que la gente ha asumido un adecuado comportamiento en relación a las medidas recomendadas por las autoridades de salud. 

La realidad, al menos esa es mi percepción de ella, es que mucha gente no ha seguido las recomendaciones, no han respetado la sana distancia ni el uso de cubre bocas. 

La ciudadanía no ha asumido con plena responsabilidad la gravedad de la crisis. Vemos imágenes de gran número de personas sin protegerse, de concentraciones por eventos sociales o políticos, con evidente irresponsabilidad. 

Ello ha dado lugar al repunte en el número de contagios y nos tiene, como país, en grave situación. 

Hay entidades que están regresando al semáforo rojo, cuando ya se perfilaban al amarillo, lo cual es atribuible no a una falla de estrategia, como dicen los detractores del gobierno, sino a la falta de responsabilidad y compromiso de la ciudadanía. 

Cada quien somos responsables de cuidarnos en las circunstancias presentes y no podemos culpar a otros de lo que no hacemos por nuestra propia salud.



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