POR QUÉ AMLO, SI ES ACUSADO HASTA DE SER EL MISMO DEMONIO, ES TAN POPULAR?
Felipe Guerrero Bojórquez.
¿Por qué, a pesar de las severas críticas, la mayoría de ellas propiciadas desde los medios de comunicación y a través de las redes sociales, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador mantiene un alto porcentaje de aceptación?
Seguramente que habrá muchas respuestas a la interrogante, pero hay una que pudiera resumir el porqué de la popularidad de AMLO: Porque reparte beneficios a millones de mexicanos que nunca los habían tenido. O dicho de una manera más tajante y real, más allá de si se está o no de acuerdo: Porque principalmente distribuye mucho dinero constante y sonante.
Doy un dato oficial ofrecido por Javier May Rodríguez, Secretario de Bienestar: “Este año (2022) los Programas para el Bienestar continuarán en todos los estados…Y el gobierno de México cuenta con un presupuesto social de 3.4 billones de pesos para atender a los más necesitados y vulnerables, incluyendo personas indígenas, afromexicanas y mujeres”. Según las cifras oficiales, el gobierno de AMLO beneficia directamente a 30 millones de mexicanos y los apoyos llegan al 50 por ciento de los hogares.
De acuerdo a esta declaración de May Rodríguez, difundida a través de un boletín oficial de la dependencia a su cargo, donde se indica que en 2021 el gobierno federal invirtió 3 billones de pesos en programas sociales, “en 2022 es mayor y representa prácticamente la mitad de todo el presupuesto federal programado para este año que es de 7 billones de pesos”.
Subraya el funcionario: “como bien dice el presidente, el presupuesto público es dinero del pueblo y por eso vamos a seguir ejerciendo los recursos de los programas sociales con total honestidad y sin distingo de ningún tipo”.
Y claro, ejerciendo el poder bajo un modelo de gobierno que reparte dinero, la mitad del presupuesto federal, entre millones de mexicanos a través de programas sociales, sustentados en la idea de justicia social inmediata o equidad distributiva. Y se puede estar de acuerdo o no con este esquema, pero el punto aquí es que es esta, entre otras, la principal respuesta al fenómeno de la popularidad de AMLO.
Y esta respuesta nos lleva, en consecuencia, a que es esta la razón central de la falta de contrapeso político real de una oposición partidaria sumamente débil en casi todos los sentidos, principalmente, aún, en la falta de liderazgos y credibilidad, allá, justamente con los de abajo, con los chairos a quienes tanto despreciaron, y desprecian ahora, por ser fieles a quien les da. Punto.
¿Qué tanto importa a los millones de mexicanos, que nunca se han subido a un avión, lo mal o lo bien que pudiera estar el aeropuerto internacional Felipe Ángeles? ¿Qué tanto le importa a los millones de mexicanos que se desplazan en metro o en camión lo caro o barato de la gasolina? ¿Qué tanto, en consecuencia, les incumbe la refinería de Dos Bocas e incluso el Tren Maya que específicamente es una obra que beneficiaría a parte del sureste mexicano? Claro, hay dentro de estos mexicanos beneficiados a quienes políticamente si les importa, pero lo mas urgente es lo principal: El apoyo.
A lo que a estos millones de mexicanos les interesa es seguir recibiendo los beneficios directos de algo que ellos consideran central en la planeación de su vida económica concreta, más allá de si están enterados o no que los clasifiquen como chairos o ignorantes. Por supuesto, ¿en qué cabeza cabe que van aceptar que se les regala el dinero, en lugar de asumir que se les hace justicia? Lo que para ellos no hizo el PRI y el PAN, quienes de retruco reprueban que a estos millones de mexicanos se les apoye de esta manera.
Es como si los grandes empresarios, aquellos que fueron beneficiados con el retorno de millones de pesos desde la hacienda pública, pensaran que se trató de un robo a las arcas nacionales y no una devolución justa por generarle tantos empleos al país. Pues es igual, solo con la diferencia de que ahora, este gobierno, distribuye abajo la lana, donde la raza discriminada asume que por fin alguien les hizo justicia.
Si los llamados neoliberales ejercían el poder a través de los grandes empresarios, quienes apoyaban con altas sumas de dinero las campañas electorales de los partidos correspondientes, hoy los liberales ejercen el poder con el apoyo electoral de “los más necesitados y vulnerables”.
El problema de lo poco de oposición que aún queda, es que no se pone seria y le sigue dando mucho por el marketing trasnochado, por las cuentas alegres, el cliché y el adjetivo, y no por la estrategia política real. ¿Qué estrategia? Ir también allá abajo, donde en contraparte la gente sufre de la falta de los más elementales servicios públicos. Sin luz, inseguros, con problemas de agua y basura, pero con una lanita. ¿Qué prefieren?
Mucho blanco y negro, mucho sonsonete y mucha faramalla, contra un AMLO cuyo aparato de propaganda mañanera es aprovechado al máximo para reducir al contrincante, de frente a una garantizada y fiel audiencia que a diario recibe su dosis discursiva.
Sí, efectivamente, AMLO es acusado por sus adversarios o detractores radicales de autócrata, autoritario, mesiánico, asesino, imperial, impositivo, provocador, caprichoso, propiciador de violencia, generador de corrupción y de sostener relaciones con el narco, de ser el propio demonio y todos los adjetivos que gusten y manden. Sólo que vuelvo a la pregunta inicial: ¿Y si el presidente es todo eso por qué carajos aparece con las calificaciones aprobatorias históricamente más altas y por qué diablos es considerado entre los líderes más importantes del mundo?
La “oposición” formal tiene un problema, prefiere los adjetivos a reconocer la influencia popular de AMLO. Y es la oposición formal porque la real está en la calle, son ciudadanos molestos, pero desarticulados y desamparados por esos partidos que se resisten a dejar de mamar del presupuesto. A parte que no le entran, ni los ciudadanos inconformes con el régimen les creen. Así de jodidos.
Y no es que esté de acuerdo con algunas acciones, conductas y políticas del presidente, sino porque son preguntas que deben buscar explicaciones reales y no respuestas convenencieras. Cierto, hay inconformidad en sectores importantes de la sociedad mexicana, solo que estas inquietudes no se merecen la oposición que se tiene. Al presidente le falta contrapeso real, porque el mediático, el que proviene de los medios ofendidos y del que se prenden los partidos opositores, no ha sido suficiente. Los líderes locales desaparecieron; unos se enchufaron y el resto no están acostumbrados a la talacha. Ahí no hay moches.