¿Por qué Gilberto Bosques?


La historia oficial suele ser una versión deforme de hechos del pasado; relato escrito para legitimar a quienes se adjudican el título de beneficiarios del sinuoso proceso de construcción de la realidad y supuestos continuadores de valores motrices de gestas pretéritas; narrativa distorsionada con el objetivo de mantener el control ideológico de la una sociedad para inmovilizarla y, de ese modo, preservar el control de las condiciones sociales, económicas y políticas. Así, el poder y la hegemonía política se sustentan en el engaño, haciéndonos creer en inutilidad de luchar por mejorar la existencia social y entregando esa responsabilidad, precisamente, a quienes les interesa la continuidad. 

En torno al mito y la negación de la objetividad histórica se entretejen leyendas, construyen altares y monumentos, por pedido se redactan volúmenes enciclopédicos, nombran poblaciones y entidades, ensalza a personajes funestos hasta la perfección inmaculada y defenestra al derrotado colocándolo por debajo del nivel de la inmundicia. En otros casos la crónica oficial ha servido para arrojar el legado de los valientes y rebeldes al cajón de los olvidos, arrebatándole a los pueblos y comunidades sus ideales, virtudes y ejemplo, para suplantarlo con quimeras adornadas. 

Porfirio Díaz se proclamó como el continuador del más puro liberalismo juarista, pese a haber tomado las armas en contra del Benemérito cuando éste decidió mantenerse en la presidencia y el tuxtleco intentó derrocarlo bajo la consigna “¡Sufragio efectivo! ¡No reelección!”. Luego, durante su largo mandato, mandó elevar hemiciclos en memoria del prócer, nombró avenidas, ciudades, jardines, escuelas, etc.; en cientos de homenajes, se refirió al de Guelatao como su maestro y guía. Díaz se reeligió hasta cuando la rebelión armada de las masas populares le obligó a abandonar la administración del gobierno, sin embargo, la historia oficial ya había hecho mella en las generaciones formadas bajo las creencias impuestas por el positivismo. 

El PRI, durante más de seis décadas, hasta su conversión al neoliberalismo, reclamó ser reconocido como encarnación legítima de la Revolución Mexicana; con esa divisa demagógica e hipócrita mantuvo el control absoluto de todos los cargos públicos del país, dominó sindicatos, organizaciones campesinas y populares, impuso cacicazgos, creó un aparato ideológico apabullante, controló los medios de comunicación y apoyado en el discurso de la Revolución, ejerció un autoritarismo aberrante, reprimió cualquier expresión de inconformidad y negó  la necesidad de una nueva transformación social; de ese modo, la mentira oficial le sirvió para justificar las atrocidades cometidas en contra de sus opositores e impedir el desarrollo y ascenso de las luchas democráticas. 

En Puebla la mentiras y opacidad han sido práctica constante. Baste con recordar el modo como ha sido relegado el recuerdo del General Miguel Negrete, héroe de la Batalla del 5 de mayo quien, luego de la derrota de los conservadores continuó la lucha por la distribución de la tierra y la riqueza sosteniendo una postura socialista, enfrentándose al dictador Díaz hasta ser apresado y, luego de múltiples avatares, morir pobre y olvidado. 

Sin embargo, una de las mayores injusticias históricas se ha cometido contra el Profesor Gilberto Bosques Saldívar, el célebre Cónsul de Marsella, de quien, en la iniciativa ciudadana entregada el 16 de octubre de 2019 a la regidora presidenta de la Comisión de Derechos Humanos e Igualdad de Género del H. Cabildo del Ayuntamiento Municipal de Puebla, Carmen María Palma Benítez para colocar el nombre del valeroso diplomático al actual Bulevar Norte, propuesta trasladada en sesión del Cabildo a principios del 2020, para su dictaminación a la Comisión de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente y aun no resuelta a pesar del tiempo transcurrido y de estarse rebasando los términos definidos en el Reglamento Interno, se lee: 

“El Profesor Gilberto Bosques Saldívar fue un prominente humanista poblano. Periodista, diplomático, prosista, legislador, poeta, miembro del Grupo de los Estridentistas(…) Su participación política inició siendo aún un joven y activo militante en luchas obreras, estudiantiles, populares y democráticas del Municipio de Puebla; precursor de la Revolución Mexicana desde principios del Siglo XX, al lado del Benemérito de la Patria, Aquiles Serdán Alatriste; sin dudarlo, acudió al llamado de la Patria, en 1914, para defender la de la infame invasión norteamericana; difundió los conceptos de la Nueva Escuela( …)Como parlamentario destacan las aportaciones de Gilberto Bosques en el campo de la Educación Socialista, punto de apoyo de las grandes reformas llevadas a cabo durante el periodo cardenista (….) Durante su precampaña por la postulación a la candidatura de la gubernatura de Puebla, por el Partido Nacional Revolucionario, al lado de los sindicalistas y agraristas, se opuso a caciques e intereses de los grupos reaccionarios, lo cual lo condujo a un enfrentamiento directo con su adversario electoral, el General Maximino Ávila Camacho, quien resultó finalmente electo, luego de atentar en dos ocasiones contra la vida del Profesor Gilberto Bosques y de recurrir al fraude electoral(…)en defensor jurídico de los republicanos españoles, protector de refugiados judíos, franceses, libaneses y otros perseguidos por regímenes franquista y nazi-fascista. Gilberto Bosques fue un caso de nobleza humana que ha trascendido en naciones y pueblos por su valiente trabajo como cónsul de México en Francia entre 1939 y 1944: a inicios de la Segunda Guerra Mundial, el diplomático mexicano firmó más de cuarenta mil visas para que muchos de los perseguidos pudiesen cruzar el Atlántico y escapar de la muerte. El nombre del Profesor Gilberto Bosques Saldívar está indisolublemente asociado a la historia universal y a la defensa y promoción de los Derechos Humanos”. 

Los poblanos tenemos una visión castrada de nuestra historia; el desconocimiento de las luchas populares y personajes determinantes en el proceso de construcción de la sociedad que ahora somos ha sido procreado desde el poder; como consecuencia de una histórica oficial tergiversada y engañosa, implantada durante generaciones en la consciencia poblana, se ha normalizado la denegación de nuestro derecho a la verdad sobre el pasado; esa visión pragmática, de corto plazo se mantiene, como un hábito inscrito en la mentalidad de quienes ahora gobiernan, dominados por el pensamiento al cual presumen contravenir. 

A la iniciativa de cambio de nomenclatura se han sumado intelectuales, artistas, regidores, funcionarios federales, legisladores, agrupaciones de comerciantes, logias masónicas, organizaciones de izquierda y hasta un equipo de futbol llanero, solo falta que lo hagan los regidores de la Comisión dictaminadora. 

Reescribir la historia, desde la perspectiva de la lucha y valores democráticos y populares, es parte de la batalla cultural; la contienda contra ignorancia de nuestra historia es necesaria para la verdadera transformación de la vida pública de Puebla.



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *