La tarde del 18 de mayo de 2010, Ricardo Castillo López, alias El Moco, un expolicía judicial federal, acudió a una reunión en una vecindad de la calle Hojalateros, en Tepito, donde, junto con varias familias oriundas del barrio fundarían el grupo delictivo La Unión.
A esa reunión convocó Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, uno de los narcotraficantes más buscados del país. Ahí se pactaron varios acuerdos, entre ellos los grupos como La Unión Insurgentes y Tepito, para controlar de manera más violenta y con mayor capacidad de fuego, como los cárteles transnacionales, la venta de droga en la Ciudad de México, así como otros delitos: extorsión, “derecho de piso”, invasión de predios, piratería.
Según registros de inteligencia y fuentes cercanas a la investigación que así lo corroboraron a los autores de Narco CDMX (Grijalbo, 2019) Antonio Nieto, David Fuentes y esta periodista, El Moco trabajaba en Nuevo Laredo, Tamaulipas, cuando La Barbie lo conoció. Era compadre de un miembro de Los Zetas y solía actuar como facilitador cuando algún miembro de ese grupo tenía negocios en la Ciudad de México.
En 2013, después del secuestro y masacre de los 13 jóvenes del llamado Caso Heaven, el capo se desligó de las familias oriundas de Tepito cuando descubrió que había sido señalado por asesinar a una de las víctimas. Se cambió de nombre, se mudó a Naucalpan y Tlalnepantla, y prefirió pagar por protección a policías del Estado de México que llevar a su propia gente. Lo detuvieron en mayo de 2018 por el homicidio de uno de los jóvenes de la masacre.
A pesar de ello, de sus antecedentes y de los reportes de inteligencia que lo ubican como uno de los fundadores de La Unión, El Moco obtuvo su libertad hace unas cuatro semanas. Como este, y otros casos, la discrecionalidad de los jueces brilla.
¿Por qué salió libre?
Esa misma pregunta habría que contestarse no solo en su caso, sino el de varios integrantes de La Unión, hoy aún el grupo más poderoso de narcotráfico y crimen organizado en la Ciudad de México y que creció bajo el amparo del sexenio del entonces jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera.
Este viernes, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, detuvieron a Lizeth Yuridia, alias “La Chofis”, en la colonia Santa María, quien era conocida, según testimonios a los que accedió esta periodista y a reportes internos de inteligencia, por manejar el “cobro de piso” a comerciantes de varias cuadras del Centro Histórico de la Ciudad de México. Fue parte del equipo de seguridad y protección de El Lunares, el líder de venta de drogas aliado con La Unión. Según registros, ella custodiaba el exterior del domicilio ubicado en la calle Peralvillo número 33, colonia Morelos, alcaldía Cuauhtémoc, que fue cateado en diciembre de 2019 con 30 detenidos, hoy todos libres.
Ella ya había sido detenida en agosto de este año, pero, sin razones claras, fue puesta en libertad.
Su caso, así como el de la treintena de presuntos narcomenudistas detenidos en Peralvillo 33 y luego liberados, se repite una y otra vez en el tema Tepito; como algo sistemático en esa zona autoridades presumen detenciones, que luego, en la oscuridad, terminan por anularse.
El 5 de marzo de 2017, agentes de la Procuraduría capitalina detuvieron a David García Ramírez El Pistache, cabecilla de La Unión, acusado de asesinar a Carlos Apaez, tras una discusión en el antro Lucca de Polanco, el 7 de noviembre de 2015. Los policías llevaban una orden de arresto bajo la causa penal 1101/2016 y lo trasladaron al Reclusorio Oriente, donde un juez le dictó auto de formal prisión con base en el testimonio de testigos y videos de la disco donde se le ve siguiendo a Carlos rumbo a la salida, en compañía de un cómplice armado.
No obstante su detención fue por medio de un mandamiento judicial, lo que implica que otro juez consideró había indicios suficientes en su contra, el 10 de abril de ese mismo 2017 fue liberado; desde entonces subió en el escalafón de La Unión y se paseaba por centros comerciales y restaurantes al sur de la ciudad. El 30 de octubre de 2018 fue recapturado en High Park de Santa Fe porque un tercer juez volvió a librar una orden de aprehensión por el crimen de Carlos Apaez y autoridades federales tenían una investigación abierta por delincuencia organizada.
Otro ejemplo es el de Carlos Villafán, líder de una añeja familia de narcomenudistas asentada en Tepito, arrestado el 11 de septiembre de 2019, cuando transportaba un kilo de cocaína a bordo de su camioneta. Él ya había sido encarcelado tres veces antes, en 2005, 2009 y 2012, pero en esa ocasión ni si quiera pisó la prisión: fue liberado por el Ministerio Público Federal en circunstancias no esclarecidas, pues fuentes de la Fiscalía General de la República señalaron que la cocaína fue presentada en menor cantidad y combinada con bicarbonato de sodio.
También ocurrió con otro miembro La Unión: Víctor Vázquez Alor, detenido por policías preventivos junto con dos presuntos cómplices más, el 5 de agosto de 2018. Pese a que le decomisaron 77 pastillas de éxtasis, 40 “tachas”, 16 envoltorios de cocaína, 5 de mariguana; una pistola calibre .9mm con 8 cartuchos útiles y una .45 con cuatro, el 16 de noviembre de ese año, es decir, apenas 3 meses y 11 días después, Alor fue liberado tras pagar 14 mil 749 pesos de fianza, pero el 3 de mayo de 2019, fue asesinado a tiros en Iztapalapa, al parecer por miembros del grupo.
Alexis Osmar González Flores, El Osmar, fue capturado y encarcelado el 1 de junio de 2018 por portar un arma de fuego y drogas; estuvo ocho meses preso y obtuvo su libertad en 2019. Un mes más tarde fue acusado por extorsión por un empresario de Polanco y le fue librada una orden de arresto, por la que fue detenido el 18 de mayo pasado e internado en el Reclusorio Oriente; incluso se le relacionaba con un triple homicidio perpetrado en 2016, de tres jóvenes sacados del bar Blue Monkey Coapa, pero el 11 de agosto de 2019 ya estaba de vuelta en las calles.
Lo mismo ocurrió con El Moco, aunque a dos años de su captura, y con varios reportes de inteligencia que lo involucran en actos delictivos , hoy goza de libertad, por lo que se espera un reacomodo violento en esa zona de la Ciudad de México. De quedar en libertad La Chofis, habría que esperar más eventos de sangre, quizás, en ese coto de poder que sigue dominando a la capital mexicana: La Unión.