“La mayor enfermedad de esta época
la tienen las personas que
no se sienten amadas”.
-Princesa Diana de Gales
La cuarta temporada de The Crown, serie de Netflix, subraya de nuevo la historia de una mujer convertida en princesa y violentada por una realidad alarmante.
Esto demuestra que la violencia de género se vive en todos los países sin importar el nivel educativo, económico o el estatus social.
La princesa de Gales fue víctima de la infelicidad en su matrimonio, que no fue ningún cuento de hadas ante las infidelidades de su marido, la indiferencia de su familia política que la hundió en la depresión, intentos de suicidio, bulimia, ansiedad y una tremenda soledad, mientras era adorada por la gente, pero acosada por los medios y los paparazzi.
Diana Spencer viene a alzar la voz para muchas mujeres, sin importar su color, religión, edad, estado civil, país, etcétera.
Esto nos lleva a una pregunta: ¿Por qué hay tanta violencia de género?
Si dos de cada tres mujeres en el mundo son víctimas de violencia física o sexual, de acuerdo con la ONU, el panorama es más sombrío, porque en la mayoría de los casos estas agresiones vienen de su círculo cercano como su pareja o de otros hombres de la familia, así como de otras mujeres como madres, suegras, hermanas, cuñadas, jefas, amigas, vecinas, entre otras.
Una explicación pudiera ser que la violencia hacia las mujeres no disminuye porque no se considera delito grave afectarlas física, moral y emocionalmente, y por lo tanto no quedan registradas las solicitudes de auxilio a todos los niveles, como en el caso de Diana.
Los efectos de quienes sobreviven a la violencia de género afectan su salud mental con secuelas que se pueden extender a lo largo de la vida, generando inseguridad, temor, sentimientos de minusvalía o de autodestrucción.
La OMS señala que las mujeres que sufren violencia tienen el doble de posibilidades de padecer depresión y esta reveladora cifra muestra que aproximadamente el 41.9 % de la discapacidad de los trastornos neuropsiquiátricos entre las mujeres están relacionados con esta enfermedad.
Cabe destacar que para ninguna víctima de violencia es fácil pedir ayuda, cuanto más joven es la mujer más difícil le es hablar.
Quienes logran buscar apoyo lo hacen en la mayoría de los casos dentro del círculo familiar, muy pocas van a organismos gubernamentales y solo el 10% acuden a las autoridades. Esto se debe probablemente a la falta de confianza en dichas instituciones. Los países en su mayoría ofrecen un pobre o nulo apoyo para su población femenina afectada.
¿Se puede escapar del círculo de la violencia en esas condiciones?
No hay una respuesta concreta, pero si de algo sirve un ejemplo, Diana mostró cómo detuvo parte de la violencia contra ella gracias a su tratamiento psicológico, a sus amigos y a la posibilidad de empoderarse para hacer pública la realidad de su matrimonio, en el cual la infidelidad fue el marco de entrada, enfrentó a su marido y a su amante y tras evidenciarlos, se divorció.
Ella, princesa de las mujeres del siglo 20, icono de la belleza, de la moda, de la vocación humanitaria, de la bondad, del espíritu de servicio y del sentimiento materno que albergó desde muy joven. Éste fue el legado de Diana, la mujer independiente que dejó abierto un camino distinto, porque hoy por hoy es la historia de muchas mujeres.
Si el objetivo de Diana fue cambiar su vida, por consiguiente, el aprendizaje es que las mujeres podamos tener más opciones para transformarnos.
¿Cómo lograrlo? La propuesta es desarrollar programas de empoderamiento para las niñas, adolescentes y mujeres del siglo 21 a fin de que logren coexistir en situaciones más equitativas y en una sociedad que denote que la mujer existe como un ser con derechos y dignidad, es decir, que pueda tomar su lugar en un mundo incluyente.
MIRIAM COLÍN Y VANESSA AGUILAR
camina.atencion@gmail.com