Estoy de acuerdo por completo con la respuesta de Michel Franco, durante la conferencia de prensa de su película Nuevo orden, respecto a saber de dónde aceptar ciertas críticas y de dónde definitivamente no: “La manera en que se discuten las cosas y explotan en ese mundo digital no me interesa tanto para ser honesto; el tráiler no refleja lo que es la película donde tratamos varios temas, lo que digo es que la vean y esto no se quede solamente en un chisme de redes”.
Es cierto, las redes son profundamente engañosas y difícilmente representan el sentir general de la gente.
El ganador del León de Plata por su cinta Nuevo orden se descubrió teniéndose que defender de las acusaciones que de esas redes usualmente rebotan a las preguntas o titulares en la prensa, si es que son lo suficientemente escandalosas. El tema es demasiado delicado porque no estamos hablando de qué opina la gente de una película, una cinta que la gran mayoría no ha visto.
Pero tristemente estamos viendo dos malos fenómenos llevarse a cabo a la vez, uno es que cuando un mexicano triunfa en el extranjero, aquí siempre se le busca problema.
El segundo fenómeno es todavía más delicado, porque parece que estamos copiando los patrones de comportamiento de Estados Unidos respecto a la división social que con los últimos años tanto se ha agravado y que ocupa gran parte del discurso.
Esto no es Black Lives Matter. Michel no es el opresor. Y si bien el tema del privilegio debe ser puesto sobre la mesa y todos debemos ver nuestra parte en él, las redes sociales no deben dictar la agenda de quien puede contar qué historia.
Veamos Nuevo orden y saquemos conclusiones. Pero no por las redes sociales, que suelen ser manipuladas para distraernos de tantas cosas más. Y este es precisamente el tipo de tema que prende la mecha.
Twitter: @susana.moscatel