Roñitas es un canino gracioso y alegre; siempre menea la cola mientras juguetea en el extenso espacio de Brigada de Vigilancia Animal, ubicado en un predio de Xochimilco, donde hay 20 gatos y 88 perros enjaulados; de estos últimos, 50 están listos para adopción.
Roñitas es el único que anda libre. Esto le permite retozar y dejarse acariciar por brigadistas, incluso visitantes, lo que parece un gesto de gratitud por lo que hicieron médicos veterinarios de este cuerpo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital del país.
La singular historia de Roñitas comenzó hace un año. En la Unidad de Contacto del Secretario de Seguridad Ciudadana recibieron una llamada telefónica de una persona de la colonia Granjas México, alcaldía Iztacalco, para avisar sobre hallazgo de un cachorro en malas condiciones.
Los rescatistas llegaron al lugar y observaron a un perro de color claro con manchas cafés, y a simple vista percibieron una infección en el animal; luego, un examen los llevó a diagnosticar que estaba lesionado de las vértebras lumbares, de modo que lo trasladaron.
Pronto fue atendido por Mario Bárcenas y Paul Mendoza, médicos veterinarios zootecnistas de Brigada de Vigilancia Animal, BVA, quienes diagnosticaron: “Sarna doméstica generalizada, con alta carga parasitaria, fracturas de tibia en su miembro pélvico izquierdo y problemas de miedo”.
Con un adecuado tratamiento farmacológico, describe Paul Mendoza, “así como curaciones constantes y buena alimentación, Roñitas pudo salir adelante y actualmente está rehabilitado por completo”.
Y aquí anda Roñitas.
Es el único perro que se quedó para siempre y juega con los 104 policías y 6 médicos veterinarios que integran BVA, quienes han recibido cursos básicos en manejo y contención de animales de compañía.
Un ejemplo más de lo que hay en esta unidad, que cuenta con un catálogo en redes sociales de perros y gatos para su adopción, es un San Bernardo bonachón, que saca a pasear el policía segundo Javier Páramo, uno de los agentes capacitado para esta labor.
***
Este es el único cuartel donde un civil puede entrar, aclara Alberto Celis Díaz, policía primero, encargado del Operativo Brigada de Vigilancia Animal, quien informa sobre el programa Apadrina un animal de compañía. “Las personas pueden venir sábados y domingos para ver a los animales”.
Entramos a las galeras donde están enjaulados los perros y de inmediato se escucha una escandalera de ladridos y brincos, no necesariamente de protesta, pues Celis Díaz los saluda y algunos también menean la cola; otros saltan y se agarran de las rejas; unos más tratan de seguirlo. En otro lugar hay gatitos de todos tamaños y edades. Unos maúllan.
“Nuestro trabajo es salvaguardar todas las especies animales que cohabitan con los seres humanos en Ciudad de México”, comenta Celis. “Los rescatamos de las vías primarias, de barrancas, de pozos, de bardas, en los árboles; todo tipo de animales, tanto domésticos como fauna”.
—¿Ha crecido el número de rescate?
—Sí, como zarigüeyas, tlacuaches, cacomixtles. Este año se ha visto un incremento de reptiles, tales como serpientes, la mayoría cincuates, que no son venenosas, aunque también cascabeles. En esta temporada salen de sus madrigueras a los senderos, parques, incluso a banquetas, donde encuentran calor. También las hemos encontrado en motores de vehículos.
—¿Y en dónde encuentran ese tipo de animales?
—En toda la periferia. La Ciudad de México está rodeada por montañas; inclusive muchas veces bajan por la cañería.
Las instalaciones de BVA, ubicadas en el sur de la ciudad, donde los policías también reciben cursos de capacitación, son “unidades de paso”.
—¿Y qué tan capacitados están ustedes?
—La BVA es una unidad especializada, pues hemos tomado cursos en contención de reptiles, aves rapaces, manejo de perros o gatos. También tenemos cursos de tanatología, para poder leer al perro.
—¿Qué es leer al perro?
—Saber cuál es su estado de ánimo, de acuerdo a su parado; al verlo, si está erizado o no; la cola, si está enroscada hacia arriba, si está metida entre sus patas, si está parada y de punta; los belfos, cómo están ubicados, a lo mejor nos ladra y nos muestra los colmillos, pero no por agresión, sino por miedo. Hemos ido a cursos para saber leer al perro.
—¿Y cómo socializan?
—Todos los días los sacamos a pasear. ¿Qué pretendemos con esta acción? Primero, que el perro no se estrese de estar encerrado, a pesar de que las jaulas son de buen tamaño, como pueden ver. Creamos una empatía entre el perro y el policía.
—¿Qué significaría todo esto para el animal?
—Primero, que no todos los seres humanos somos malos o agresivos y que puede confiar en nosotros; y que, al pasear por toda la periferia de la unidad, la gente ve que nosotros, aparte de que estamos cuidando nuestra área, convivimos con los ejemplares. Por eso socializamos.
—Y para que la gente se interese…
—Si, por supuesto, esto es parte del programa con el que buscamos que la gente se interese en adoptar, para que se los lleven entrenados en educación básica. ¿A quién no le gusta un perro que le digan “siéntate” y se sienta, “échate”, “quieto”. El perro aprende.
Y es lo que hace el policía segundo Javier Páramo, quien en esta ocasión pasea a un San Bernardo Boyero, un perro manso, amable y obediente al que solo le falta sonreír.
***
En las redes sociales de la Brigada, como Instagram (BBV_CDMX) circula un catálogo con imágenes de perros y gatos para tramitar una adopción. La fauna silvestre, en cambio, es canalizada a instancias federales.
Los requisitos para obtener una adopción, explica Alberto Celis Díaz, son traer copias de su credencial de elector, otra de recibo telefónico o cualquier comprobante de domicilio, y firmar un contrato.
El documento los obliga a darle buena vida al ejemplar, comenta Celis Díaz, quien advierte enseguida que el maltrato animal ya es un delito tipificado en el Código Penal. “Lo que buscamos es el compromiso, nada más; obviamente no termina ahí nuestra labor”.
—¿Qué sigue?
—Okey, ciudadano, ya te llevaste adoptado a este perro o a un gatito; ahora, pasó un mes, dos meses, tres meses. Entonces, en un momento determinado ordeno: “Mándate una unidad, comandante, a verificar el estado de tal perro que fue adoptado tal fecha”. Ah, pues vamos y verificamos que el perro, efectivamente, tenga buena vida.
—¿Y qué pasa con la fauna?
—Toda la fauna que llega, como serpiente, cocodrilos, águilas, halcones, iguanas, después de ser atendidas por médicos veterinarios, a la brevedad posible es canalizada a Profepa (Procuraduría de Protección al Ambiente) o a Semarnap (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales), porque son las unidades federales que tienen las instalaciones o los especialistas en fauna.
Durante la pandemia también surgió en la Brigada una ventaja para los ciudadanos que pretendan adoptar perros y gatos:
—La BVA se compromete a llevar el animal hasta su casa, para que las personas no salgas, no se expongas, –asegura Celis -. “Aquí está el ejemplar que escogiste”. Ahí me da la copia de su credencial de elector, me da la copia de su comprobante de domicilio, firmamos el contrato, unas fotos, que son simplemente para transparentar la adopción.
El único perro que anda libre en las instalaciones es Roñitas, que hace un año fue traído con un terrible diagnóstico: sarnoso, desnutrido y con malformación en los huesos. Tuvo la suerte de ser curado a tiempo por el equipo de médicos veterinarios. Y desde entonces pasea agradecido con los miembros de Brigada de Vigilancia Animal