El tiroteo de Shinzo Abe ha conmocionado a Japón, que tiene una de las tasas más bajas de delitos con armas de fuego en el mundo debido a sus leyes de control de armas extremadamente estrictas.
En 2018, Japón solo reportó nueve muertes por armas de fuego, en comparación con las 39.740 de ese año en Estados Unidos.
Según las leyes de armas de fuego de Japón, las únicas armas permitidas para la venta son las escopetas y los rifles de aire comprimido; las pistolas están prohibidas. Pero conseguirlos es un proceso largo y complicado que requiere un gran esfuerzo y mucha paciencia.
Para comprar un arma en Japón, compradores potenciales debe asistir a una clase de todo el día, aprobar una prueba escrita y una prueba de campo de tiro con una precisión de al menos el 95%. También deben someterse a una evaluación de salud mental y pruebas de drogas, así como a una rigurosa verificación de antecedentes, que incluye una revisión de sus antecedentes penales, deudas personales, participación en el crimen organizado y relaciones con familiares y amigos.
En 2019, solo unas 310.400 armas estaban en manos de civiles en Japón, en un país de 125 millones de habitantes.
En 2007, el alcalde de Nagasaki, en el sur de Japón, Iccho Ito, murió tras recibir al menos dos disparos en la espalda por parte de un presunto gángster. Desde entonces, Japón ha endurecido aún más su ley de control de armas, imponiendo castigos más severos por delitos con armas cometidos por miembros de bandas del crimen organizado.
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